Después de conocer el nombre del mendigo y el nombre de la laguz podría parecer de mala educación que no me presentara, así que con un educado saludo me presenté.

- Mi nombre es Medea Stark, un placer.

Obviamente eso último era retórico, casi un eufemismo, porque no resultaba nada placentero que un hombre me placara en mitad de la calle. Aun así había que ser educada nunca sabías si eso podría reportar algún beneficio. Aunque no sabía si dar de comer a aquel mendigo iba a beneficiarme en algo, pero oye, por hacer una buena obra al año no me iba a morir.

- Supongo que podremos ir a la posada y que coma algo. Yo invito.

Dicho esto me encaminé hacia el lugar, intuyendo que el moribundo y la chica laguz me seguirían ante las promesas de una buena comida.

Antes de que pudiera darme cuenta había un corrillo a mi alrededor mientras una laguz intentaba quitarme de encima a aquel pordiosero que parece que finalmente se dio cuenta que no era su hermana. ¡Claro que no era su hermana! Mis hermanos acabarían todos como el idiota que estaba sanando, gordos como cerdos y con una mujer fea y descerebrada.

- Es obvio que no soy tu hermana. ¿Quien eres tu?

Mientras respondía me dirigí a la mujer laguz saludándola como era propio a una dama de mi posición, con una sonrisa agradecida en la boca.

- Agradezco tu ayuda, creo que he tenido suerte de que no sea un criminal. De repente se lanzó sobre mí tirándome al suelo, pensé que iba a robarme o algo peor.

Y por supuesto no iba a dar un espectáculo erótico en mitad de la calle, aunque no creo, nunca había escuchado de ningún hombre que se dedicara a violar mujeres a plena luz del día y en una calle concurrida.

Había tenido que dejar el monasterio por motivos estrictamente profesionales, es decir, un viejo cebado se estaba muriendo de un accidente de caza y querían que yo hiciese un milagro. Generalmente le hubiera tocado a otra, pero mi monasterio era el más cercano a aquella ciudad y como superiora de un convento no me tocaba otra que dejar en buen lugar a los fieles seguidores de la diosa.

La casa de aquel hombre me recordaba vagamente a la de mi padre, igual de llena de perros, crios babosos y soldados ebrios. Pero lo que hiciera aquel hombre me importaba bastante poco siempre y cuando no tuviera las manos largas o si no a riesgo de rematarle se las cortaría yo misma. Afortunadamente la familia había sido hospitalaria y me alojaba con ellos, encantados de tener a una joven clériga de Ashunera entre ellos, mientras soportaba asqueada y divertida las lascivas miradas de los soldados que habitualmente habitaban con ellos y la temerosa mirada de los más ancianos no sera que fuera a retirarles la gracia en los momentos previos a su muerte.

Habitualmente evitaba compartir el almuerzo con ellos, no soportaba a aquella mujer tan asquerosamente remilgada que no paraba de vanagloriarse de los múltiples idiotas que había engendrado con su marido y completamente extrañada de que una hija de buena familia prefiera una vida religiosa a una vida de mujer florero sufriendo un parto tras otro como si de una coneja se tratase. Así que me disponía a disfrutar de un agradable y solitario almuerzo en la posada que solían frecuentar los nobles de los alrededores cuando no se encontraban cerca de sus casas, algo que parecía ser bastante normal por la zona ya que era un excelente coto de caza. Iba ligeramente distraída pensando en la sesión de sanación de la tarde cuando algo, no, más bien alguien cayó a plomo encima mía revolcándome por el suelo. Sólo esperaba que no fuera un ladrón, aun así agarré mi bastón dispuesta a defenderme del agresor.

- ¡Quítese encima mio! ¿Quien se ha creído que soy?

Creo que mi manto dejaba bastante claro que era un clériga y mi vestido que era una noble y si eso no era suficiente, llevaba puesto el anillo familiar, en este tipo de trabajos siempre era mejor dejarle claro a tu cliente que no eras una cualquiera salida del arroyo.

Todos aquellos que hayan leído mi post, sabrán que probablemente no me he dado cuenta del anagrama implicado en la palabra. En cualquier caso, la religión no es mala de por sí, ya que originariamente y en su base mas profunda, no son más que un conjunto de reglas y preceptos sociales. Así como en unas prohíben el consumo del cerdo, en otras no se pueden comer productos lácteos con otros alimentos. Pues bien, todo esto tiene una base "científica" por mucho que nos sorprenda. En las zonas donde determinada religión (me abstengo de nombrarla ya que no estoy aquí para criticar ni unas ni otras) prohíbe el consumo de productos del cerdo, era porque hay cierto parásito que anidaba en estos animales y provocaba graves enfermedades en humanos al ser consumida su carne, por lo que se puso como precepto obligatorio la prohibición de comer cerdo.

Puede parecernos sorprendente, pero es más cierto de lo que podemos creernos. Todos estos fanatismos y apologías que últimamente se escuchan tanto en las noticias son de creación bastante reciente. La religión en sí misma, como idea, como precepto, no es peligrosa. Lo peligroso es la gente que maneja dicha idea.

Pondré un ejemplo tonto para que todos podáis entenderme. Hace muchos años vivió un filósofo alemán llamado Friedrich Nietzsche, seguro que quien más, quien menos ha oído hablar de él, quien aparte de abogar por dos tipos de moral (moral de señores y moral de esclavos) en una de sus obras comentó la existencia de un "superhombre", unos cuantos años más tarde, un señor bajito, con bigote y peinado emo, decidió que le gustaba la idea del superhombre y se montó su propia película sobre el tema para instaurar una dictadura y asesinar a más de un millón y medio de personas. Hecho que provocó una gran guerra que seguramente todos hemos estudiado, donde muchas más personas murieron.

La religión no es mala, no es malvada ni perversa, no embota nuestros sentidos ni nos obliga a hacer cosas extrañas, ni contra nosotros, ni contra el prójimo. Quienes hacen eso son los que manejan los hilos de la religión. Los que llevan años y años malinterpretando los preceptos para una vida en sociedad y cambiando dichos preceptos a su antojo para que conquistemos países y personas e impongamos nuestra manera de pensar "porque es la mejor". Pero no nos equivoquemos, porque ya ni necesitamos esa excusa para hacerlo, entramos en sus casas, destrozamos todas sus propiedades y nos legitimamos por "Un bien mayor". ¿Cual es ese bien mayor? ¿Acaso existe? Por supuesto que si, pero ese bien mayor, no es ni la paz mundial, ni que los niños no se mueran de hambre ni que dejen de apedrear mujeres, porque nos importa una mierda lo que hagan en sus países, que maten niños, perros o mujeres. El único bien mayor que nos legitima para hacer todo eso, es que nuestras carteras sigan llenas de dinero. O si no... ¿Porque el país con mayor cantidad de recursos naturales lleva más de 80 años inmerso en una guerra civil que instigaron los obispos cristianos? Porque de otra manera no podríamos seguir esquilmando sus minas. Mientras ellos se matan, nosotros les robamos.

Me reí mientras sacaba la pequeña perola que tenía guardada en la mochila. No es que hubiera decidido cenar fuera, pero había hierbas que era mejor cocerlas en fresco para conseguir un extracto más potente y yo, como siempre, me preocupaba mucho por el estado de mis reservas de hierbas y extractos.

- Casi... ¿Y cual es ese casi que me salva de sufrir algo horrendo mientras me baño en el río por la noche?

La verdad es que sentía curiosidad, cualquier otro hombre no hubiera dudado en asegurar que no había manera de que me pasara algo remotamente positivo, a fin de cuentas los bandidos últimamente proliferaban bastante. Claro que ellos no sabían que no era precisamente una mujer indefensa, que no atacara no significaba que no pudiera defenderme.

Al cabo de un rato llegó cargado de grandes maderos para hacer un buen fuego, quizás suficiente para un par de días, estaba claro que no tenía la menor intención de dejar que el fuego se apagara. Me alejé un par de pasos como me indicó, antes de ver aquella fantástica demostración del poder de un laguz dragón. Debía reconocer que en todos mis años de vida había visto algo semejante y la verdad es que era completamente fascinante. No había perdido detalle de su transformación parcial y desde luego tampoco de la manera en que había exhalado aquel fuego que parecía arder mucho más caliente que cualquier otro que hubiera visto en mi vida y antes de lo que jamás hubiera imaginado, había un agradable fuego crepitando en una viva hoguera situada frente a mí.

- Vaya... es sorprendente. Nunca había visto algo así. Es... vaya.

Aún excitada por la demostración que había tenido la oportunidad de ver me dispuse a preparar las setas, con algo de agua, unas hierbas aromáticas y un conejo incauto que antes había pasado por mi lado, al cual había dejado fulminado con un certero golpe de mi luz zafiro. No era letal contra personas, pero para cazar rápidamente animales pequeños era de lo más útil.

- No sé como serán los estándares entre los laguz dragón, pero dudo que haya algún beorc que pueda hacerte frente.

Cada vez que le veía reforzaba mi teoría sobre lo inmensamente fuerte y poderoso que era en comparación con los beorc, dudaba que hubiera alguno que fuera capaz de plantarle resistencia. Sin embargo parecía compensar todo eso con ese corazón amable que albergaba. Si no lo cuidaba, sus sentimientos serían su perdición.

Sonreí mientras recogía la ropa mojada que había dejado sobre la cesta, este chico nunca dejaría de sorprenderme, tan sencillo y sincero que resultaba abrumador. Y por supuesto, su pudor hacia los cuerpos femeninos, era un comportamiento demasiado caballeroso, incluso para un laguz. Cualquier hombre en su lugar hubiera intentado echar una miradita.

- Quizás es probable que necesite de tu protección, quien sabe que cosas podrian sucederle a una joven mujer que se baña en mitad de la noche en un bosque solitario.

Estaba abrochándome la capa cuando preguntó si podía mirar, a lo que respondí con una carcajada divertida, era TAN inocente...

- Por supuesto. Pensaba hacer un pequeño fuego para dejar secar un poco la ropa, he cogido unas setas en el bosque, quizás quieras compartirlas conmigo. Sólo si quieres, claro está.

Al parecer había seguido el rastro de jabón por sus palabras, ignoraba cuanto tiempo podía seguir el jabón siendo espumoso en una corriente como aquella y la verdad es que no pude evitar reírme ante su reacción. Sin lugar a dudas debía ser por lo menos la primera mujer humana a la que veía en estos menesteres.

- Realmente estaba haciendo la colada, pero ya que estaba, decidí darme un baño, el agua esta tentadora.

Sin mediar más palabra con él y sin previo aviso me levanté saliendo del río para recoger mi capa situada a los pies del laguz dragón. Mientras me la ponía sobre los hombros no pude evitar dar rienda suelta a mi curiosidad.

- ¿Y que es lo que esta vez te trae tan lejos de tu hogar? ¿Acaso me echabas de menos?- Pregunté con un tono juguetón. Realmente le estaba tomando el pelo, pero era divertida aquella casualidad que siempre le llevaba a mis dominios. Como si algo le impulsara a volar hacia donde yo me encontraba... Quizas en vez de encontrar un caballero de brillante armadura habia encontrado un caballero alado, sin duda era un buen cambio.

¿Y que tengo yo que ver ahora con todo el lio? A mi dejadme en paz que esta vez no he hecho nada XDD

Pisotearle la cabeza cual cucaracha también funciona, y es muy relajante para los pies XDDD

Me reí ante su pregunta, la verdad es que era difícil imaginarse un patio interior tan grande como un dragón, así que la miré divertida mientras pegaba un trago a mi copa y luego miré a Ryu riéndome de nuevo.

- Bueno... Supongo que si Ryu enrosca la cola alrededor de su cuerpo y encoge un poco el cuello, podría entrar...

Me reí de nuevo ante la imagen de ver a Ryu ligeramente encogido para entrar en mi patio antes de volver a hablar, sin duda era una imagen muy cómica.

- Mi monasterio realmente fue un hospital fronterizo, siempre estaba lleno de miembros de la congregación y soldados de los puestos fronterizos que pasaban a hacerse chequeos por molestias diversas, enfermos o heridos por algun accidente. Antes esa zona estaba bastante más poblada y por lo que tengo entendido había más gente, pero cuando empezó la guerra las tropas fueron trasladadas dejando una pequeña guarnición cuidando de la frontera, muchos aldeanos se unieron al ejército y otros muchos abandonaron sus casas para ir a otros lugares más pacíficos. El monasterio quedó abandonado poco después y ahora me han  enviado con mi hermana y algunos acólitos sirvientes para volver a ponerlo en funcionamiento. Temen que sea necesario si el frente se extiende mucho más hacia nosotros.

No era agradable lo que acababa de contar, pero intenté hacerlo en el tono más ligero que podía, intentando quitarle gravedad al asunto, sin embargo, una guerra no era un asunto a la ligera, generalmente era el signo más evidente de que las negociaciones habían fracasado y no se llegaría a una buena solución, la guerra era una pérdida de vidas y de dinero y ningún país salía fortalecido de algo así. Lo mejor que podíamos esperar es que con suerte ganáramos la guerra y nuestro enemigo quedara tan masacrado como para que ningún otro país intentara aprovecharse de nuestra debilidad. Sin embargo eso me daba una oportunidad de oro, en épocas de necesidad las oportunidades de llegar a un buen lugar se acrecentaban y si el imperio me hacía una oferta mejor, no veía demasiado problema en cambiar de bando, con ciertas prebendas, claro esta... Cambiar las lealtades siempre era algo que había que pensarse muy bien antes de hacerlo y yo no iba a hacerlo gratis, claro estaba, iba a salirles muy caro.

Aquella voz desorientada era facilmente identificable, grave y seductora pero con ese toque de inocencia que otorgaban los primeros años de juventud. Sin duda alguna era él, podía ver su pelo ligeramente desordenado y su postura ligeramente desgarbada que le daba el no estar del todo acostumbrado a moverse con ese cuerpo. Sin duda prefería su forma laguz.

- Oh, eres tu, me habías asustado. Parece que te gusta pasear por esta zona, es un bosque encantador, no?

La situación era ridícula, él parado en la orilla completamente desconcertado y yo hundida en el agua hasta la barbilla para que no pudiera ver nada que "le asustase" mientras manteníamos una conversación de lo más insustancial. Desde luego era algo que nunca me había pasado y podía decir sin lugar a dudas que era una de las situaciones más surrealistas que había vivido en mi vida. Melissa seguramente se reiría a carcajadas de haber estado allí, si se lo contaba seguramente lo haría.

Recordé la travesía por el aire y un pequeño nudo se me hizo en el estómago, fue una experiencia inolvidable, sin lugar a dudas, y maravillosa, peor tenía sus pegas.

- Si no vuelas demasiado alto o demasiado rápido, coincido con tu opinión.

Aquella tarde sentí por primera vez como se me encogía el estómago de pánico cuando en ocasiones cogía demasiada velocidad para mi gusto.

- Tampoco eres taaaaan grande, entrarías en el patio de mi monasterio sin problemas... Pero reconozco que yo tuve que verte transformado para saber lo que eras.

Yo no era tan intuitiva en ese aspecto como eran entre ellos, ahora mismo tan sólo me parecía un humano más, con un color de pelo llamativo, pero sin nada que pudiera desvelar su naturaleza dracónica.

El momento de higiene había sido de lo más satisfactorio, y ahora tocaba el rato de relajación, no había tenido un día especialmente estresante, pero mantener ese comportamiendo devotamente religioso delante de todos era agotador y una baño en el agua fría y tonificante del río siempre venía bien y me daba ideas. Había pensado que quizás podría probar a añadirle al jabón frutas de saúco machacadas y su zumo, seguramente le daría un olor muy especial.

Estaba perdida en mis cavilaciones sobre nuevas recetas o posibles añadidos al jabón y otras cosas que no me dí cuenta de que alguien se acercaba hasta mí hasta que el sonido resonó bastante cerca, y viéndome desnuda en mitad del río lo único que pude hacer fue sumergirme en él hasta el cuello.

- ¿Quien anda ahi?

Fuera quien fuera sus intenciones no serían del todo buenas, no eran horas de andar paseando por el bosque y yo tenía el bastón demasiado lejos. Esperaba que fuera tan sólo un animal que caminaba por la orilla en busca de algun pez suculento.

Lo malo de pertenecer a la orden y estar casi sola en un convento, es que le tocaba a una lavarse la ropa, Melissa había dicho que ella se ocupaba de las cuadras y la comida y a mí me tocaba encargarme de que la ropa estuviera limpia y en orden, eso lamentablemente significaba tener que lavarla yo y como me había tirado todo el dia en el bosque cogiendo plantas para mi botica y dormitando bajo los árboles, no había lavado la ropa, así que aunque estaba anocheciendo caminé hasta el riachuelo que había en el bosque, relativamente cerca del convento para lavar la ropa, ya que se me hacía mucho más fácil aclararla si tenía algo de corriente para ayudarme en tan tediosa tarea.

Afortunadamente no era demasiada ropa, pero me daba cuenta de que sin falta tendríamos que contratar algo de servicio o engañar a alguna bondadosa hermana de otro monasterio para que se dedicara a las tareas del hogar mientras yo dedicaba mi tiempo en otros menesteres. Miré a mi alrededor un par de veces, no había nadie, y ya era bastante tarde como para que hubiera alguien levantado en el monasterio, así que sin pensármelo dos veces me quité el vestido y también lo lavé, total, no había nadie que pudiera verme y tenía la capa para taparme para volver hasta mi habitación.

Cuando el vestido también estuvo lavado me adentré en el agua fresca con la pastilla de jabón y me froté a conciencia el cuerpo, sin lugar a dudas, la tarea se me antojaba agotadora, pues había sudado de tanto frotar aquellas toscas túnicas y los vestidos, más finos ya que no venían de la orden, sino de sastres pagados con nuestro dinero.

(FDI: Perdon miles por el enorme retraso, pero estuve en horas bajas de inspiración, espero poder compensarlo)

Miré a Ryu indulgentemente mientras pegaba otro sorbo a mi copa de vino para después mirar a Khattara como si aquello no fuera nada nuevo.

- La última vez que le dio por hacer algo así acabó al lado de mi convento y a vete a saber cuantos días de viaje de su aldea. Se despista con facilidad cuando quiere volar... ¿No es así?

No tenía remedio, por lo que pude deducir de nuestra anterior conversación era apenas un cachorro atado por las obligaciones, era lógico que quisiera salir a despejarse de todo y también bastante lógico que perdiera la noción del tiempo, aunque me extrañaba un poco que pudiera perderla tanto...