Khattara
Beorc Mago Negro
Cadete
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« on: December 02, 2009, 09:59:09 am » |
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- ¿En serio piensas que hago las cosas gratis? – fue la respuesta del muchacho, que si bien sonreía de una manera más bien divertida, no parecía para nada contento con el resultado - algo podrías ofrecerme...aunque no sea oro, seguramente llevas algo útil...o simplemente me podrías hacer algún favor... – comentó mientras la miraba analíticamente, se llevó una mano a las caderas y apoyó su peso en una de ellas, en una posición relajada, dando a entender que realmente no tenía nada que darle. Esperaba poder librarse del muchacho sin perder aquellas piezas de metal que casi le habían costado la vida.
- ¿Qué piensa mi señor que podría ofrecerle una maga viajera como yo? – comentó con una sonrisa divertida a su vez.
El muchacho se acercó al soldado que lloraba desesperado, sin saber qué hacer aún en el suelo, sin siquiera tener oportunidad de levantarse. Escuchó las palabras del joven guerrero, estaba totalmente de acuerdo con ellas, sin duda el joven soldado había corrido mejor suerte que sus amigos, a pesar de ello, tenía claro que muchas veces el peso de la vida puede aplastarte, velando las satisfacciones que la misma te puede aportar y haciendo que anheles el descanso eterno. De todos modos, no podía dejarlo allí, acabarían encontrándolo tarde o temprano y si lo encontraban a él, probablemente la encontrarían a ella.
Así que cuando su recién descubierto compañero de aventuras regresó junto a ella, no pudo más que negar con la cabeza y sonreír levemente.
- No deberías ser tan duro con el joven… – a pesar de que seguramente el soldado tendría unos cuantos años más que su compañero. Se fue acercando poco a poco al manojo de lágrimas y nervios que era el chico, acabando agachada a su lado, puso su mano en su hombro, haciendo que la mirara y obligándolo a prestar atención, había aprendido hacía tiempo que el contacto físico era importante para trasmitir mensajes, no sabía por qué, pero normalmente la gente solía reaccionar mejor - El pobre no cumplía más que con su obligación, ¿temes volver a la villa? – preguntó con una voz que delataba una preocupación que en realidad no sentía. El caballero asintió, sí, sin duda aún era un muchacho - ¿Hay algo que te retenga allá? ¿Tienes una familia? ¿Una esposa y vástagos de los que cuidar? – la negación fue la respuesta ahora, un “no…” a penas audible - Entonces haz caso al muchacho, vete de aquí, el mundo es muy grande y el destino te acaba de brindar una segunda oportunidad, ¿por qué no la aprovechas? Puede que la senda sea larga y difícil, pero al final de la misma encontrarás lo que llevas anhelando toda tu corta vida – dijo mientras sonreía con dulzura, intentando inspirar sus palabras y que se las creyera, ella no veía el futuro, no se encontraba entre sus dones, solo la Diosa sabía qué le depararía al muchacho en su devenir, sin embargo, ella solo necesitaba que se alejase de la villa.
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