Fire Emblem: Shadows of the Empire
March 29, 2024, 07:56:41 am
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Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]

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Author Topic: Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]  (Read 770 times)
Déteka
Beorc Mercenario
Cadete
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« Reply #30 on: May 10, 2011, 01:14:35 pm »

Observé aquella triste sonrisa pintada en su boca y pensé que alguien como él no se merecía verme cometer esas atrocidades que pensaba enardecida. Podía ver en aquellos ojos verdes que luchaba por que todo aquello no fuera más grande que él, intentaba mantener la calma, y la cabeza fría. A mi no me importaba lo grande que fuera, simplemente me dejaba llevar, y asesinaba y mataba sin pensar que consecuencias podría acarrear para los demás, y para mi misma. ¿Que pensaría de mi si me viese hambriento en dos a un hombre tirado en el suelo, indefenso ante mis mandobles?

Me sentí estúpida pensando aquello, no era un hombre indefenso, era un mercenario que había intentado matarme, al que yo había vencido con todas las de la ley, pero no contenta con ello iba a matarle. Je... nunca me había gustado jugar a los caballeros y al honor, no poseía misericordia en mi negro corazón, solo era una guerrera desbocada, con deseos oscuros y sangrientos cuando tenía dos espadas en las manos. 

Había apartado la mirada del estúpido gordo, porque no lo soportaba, pero no esperaba que al otro lado de aquella visión me esperarían los brazos de Rydar. Mi mente estaba puesta en el gordo a nuestra espalda, y lo único que pude hacer por corresponder el abrazo fue alzar unas manos temblorosas, que se aferraron a sus costados, en un abrazo incompleto, pero mi cuerpo temblaba de ira no quería apretarle y herirle. Rydar no se lo merecía, el lo único que había hecho había sido intentar ayudarme aquella mañana. Técnicamente había sido culpa mía que él viviera aquello. Sus dulces palabras me susurradas me obligaron a cerrar los ojos, haciendo que dejara de temblar durante un solo instante. Me percaté en aquel instante de que por una vez, en muchos años, había alguien detrás de mi para cogerme la mano y decirme que parase. Alguien que quisiera compartir la carga en la que se convertían aquellos momentos cuando se transformaban en recuerdos.

Tranquila Det… calma tu ira, calma tu pesar…déjame esto a mi…

Apoyé la cabeza en su pecho, con el pelo escondiendo mi rostro. ¿Que se lo dejara a él? ¿Él que se había visto involucrado en otro de mis errores?
El sonido de la gente acercándose me aterrorizó porque lo conocía demasiado bien. Alcé la vista con el terror reflejado en los ojos y me di cuenta de que aquella vez no irían a por mi, o tal vez si. Pero aunque no fueran a por mi aquella escena seguía siendo igual de aterradora para mi, porque detrás de mis ojos era noche cerrada, mis pies no se hundían en la arena mojada si no en la tierra suave y áspera y la hierba. Allí frente a nosotros no había una madre buscando a su hijo desesperada, si no mi padre armado buscando la sangre de los míos.

Miré hacia atrás observando la vil mentira del gordo, le temblaban los dedos de forma convulsiva, así que deduje que debía haberme cargado algún nervio de la mano, pero no e importaba. Aquel cerdo no sabia mentir. 

-¡Como habéis podido!, acaso no  somos hermanos de raza…!no mereces vivir!

Cuando su voz temblorosa se alzó no pude evitar soltar una risa. Aquella mujer hacia llamamientos de hermandad a Rydar, y nuevamente mi pasado me atormentaba. Yo sabia que dicha hermandad no existía, ni para los Laguz ni para los Beorcs, lo único que era capaz de mover a las personas era el odio. Y aquellos pensamientos se manifestaron en un montón de pueblerinos armados, dispuestos a matar sin piedad, sin darnos ni siquiera la oportunidad de hablar, de defendernos. Sin mostrar una pizca de piedad por los que moríamos bajo sus manos en el pasado. Mi mente volvió al pasado, y en mi espalda un dolor agudo, recuerdo de latigazos, me hizo gemir ligeramente, era como si todo mi cuerpo fuera capaz de viajar al pasado mientras observaba el presente, y el dolor era tan vívido que me asustaba. Me dolían las manos allí donde las sogas las había mantenido sujetas, me dolían las cicatrices de donde el látigo había castigado mi piel, me dolía el vientre donde la sangre había llevado consigo el cuerpo de un bebe que aun no era suficientemente grande para vivir fuera de mi.

Mis manos respondieron el impulso del que había carecido en el pasado y busqué los mandobles en las vainas pero mi recordé que no estaban conmigo, que aguantaban a aquel maldito aferrado a la arena. El brazo fuerte de Rydar se interpuso en mi camino en busca de mi espada, mientras hablaba con aquel pueblo, él parecía tener una fuerza que yo no llegaba a entender. Estaba tranquilo, o al menos lo aparentaba, lo mantenía todo bajo un férreo control. No pude evitar admirarle, porque yo jamas había albergado esas loables cualidades.

Mientras aquella madre descubría la triste verdad, yo me acerqué al gordo, con más calma, y retiré mis mandobles de sus manos mientras el pueblo gritaba furioso a mis espaldas, el sonido de armas chocando era audible, los gritos, la rabia y el dolor, aquellas voces se unian para buscar venganza. Miré al gordo que intentaba arrastrarse por la arena y le dediqué una sonrisa fría y afilada.

-Tal vez cuando vuelvas a nacer, Ashunera te convierta en una mejor persona. Pero por ahora, disfruta de lo que te queda.

Le di la espalda y me marché mientras el pueblo comenzaba la matanza. No deseaba ver algo que yo había hecho. La venganza era algo tan amargo y estúpido... vengarte nunca te devuelve lo que has perdido, y cuando terminas, la satisfacción se esfuma. Solo queda un vacío. Un inmenso y solitario vació, lleno de dolor.  ¿Habría luchado alguien así por mi? ¿Alguien habría querido vengar a mi hijo de aquella forma? Mis manos temblaban otra vez pero ahora porque intentaba retener las lágrimas. Había estado tan sola... ni siquiera había quedado alguien que me llorase, o que llorase a mi hijo, como aquel pueblo lloraba a su pequeño perdido. Había estado tan sola siempre...

Parece que el desenlace ha sido un poco salvaje…espero que estés bien Det…

La voz de Rydar me sacó del deprimente hilo de mis pensamientos, me devolvió a la realidad. Sacudí la cabeza y seguí caminando hacía delante, en dirección a nuestras cosas, que habían quedado abandonadas a merced de la tormenta. Supuse que Rydar me seguía y cuando alcancé mis bártulos, tomé el corsé y me lo puse rápidamente, tirando de los negros cordones para que aguantase mi extenuado cuerpo. Envainé las espadas mientras buscaba mis pantalones entre la arena. Mi ropa y la de Rydar se había mezclado y todas las prendas pesaban por el agua que llevaba adherida a sus tejidos.

-Necesito volver a mi hotelillo y tomarme una copa... ¿quieres venir conmigo?

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El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.
Rydar
Laguz León
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The Lion King


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« Reply #31 on: May 10, 2011, 09:32:22 pm »

[FDI] Bueno Det, siguiendo con lo que estoy experimentando en el tema de mi trama, este post tiene banda sonora, pincha sobre las partes de texto subrayadas y disfruta^^, si la melodia se acaba antes de tiempo ponla de nuevo por favor, creo que así disfrutarás mucho mas del post XD[FDI]

me quedé a mirarla, en mi corazón se enfrentaron varios sentimientos encontrados, por un lado estaba el alivio de haber hecho lo correcto, nosotros no teníamos derecho a matar a un hombre a quien ni siquiera conocíamos, tampoco teníamos derecho a juzgarle por el asesinato de la cría, no mientras estuviéramos en un pueblo con sus leyes, o sus familiares vivieran, si la situación hubiera ocurrido en campo abierto…probablemente yo mismo le hubiera arrancado la garganta a mordiscos a este despreciable hijo de lodo. Por otra parte sentía desprecio por aquel mercenario, también por aquella gente violenta, que dejara que ellos juzgaran al criminal no significaba que aprobara su castigo, al fin y al cabo sus métodos no se diferían mucho de lo que había hecho el mercenario con la pequeña cría. Despreciaba toda esa violencia innecesaria, más propia del imperio que de un pueblo civilizado, las tripas volaban por los aires y al rato solo quedaban los huesos del mercenario, seguramente los Laguz se lo habrían comido en su frenesí, estaba de mal humor, la condena había terminado como el asesinato de la cría, con el canibalismo entre especies,  yo jamás hubiera caído tan bajo como para torturar de esa manera al mercenario, lo odiaba, lo despreciaba, pero no lo hubiera torturado hasta la muerte de una manera tan bestial, somos seres inteligentes al fin y al cabo, antes prefería agarrarlo por el cuello para partírselo o llevarlo al mar para ahogarlo que destriparlo en vivo o comérmelo…Con cada nuevo paso en mi viaje, me queda más clara una cosa, podemos ser realmente crueles, no somos mejores que nadie, ni más inocentes que los demás.

Solo podemos diferenciarnos en nuestra forma de actuar, yo por suerte o por desgracia soy un guerrero y mi oficio es la muerte, me encanta luchar, mato cuando es necesario o porque me lo ordenan,  lo que me diferencia de los demás es como dispenso esa muerte…siempre con honor, o al menos si la víctima no merece tal cosa le proporcionaré una muerte rápida, al fin y al cabo ¿para qué torturar si al morir, no nos importa?, tampoco quien tortura se siente mejor, a la larga se debe sentir un gran pesar…que solo mediante capas de mentira y autonegación podrá ligeramente olvidarse.

Vi entonces como Det se dirigía hacia la hoguera y comenzaba a recoger sus cosas, tras ceñirse su corsé y separar su ropa de la mía me ofreció acompañarla al hotelito porque necesitaba una copa y un descanso.
La idea de tumbarme frente a la lumbre junto a Det mientras me hartaba de comer y beber era muy placentera, una sonrisa cruzó mi rostro, mientras me ponía ajustaba el faldón y me colocaba la capa de pelo de Leylianna pensaba en ello, ya estaba a punto de decirle a Det que me iba con ella…cuando dos enormes siluetas a la orilla de la playa invadieron mis ojos, mis hermanos Laguz…muertos bajo mi mano, Feralis, no conocía su historia, pero sus miradas de súplica antes de morir me transmitieron que no fue por voluntad propia que se convirtieron en bestias sin razón, me mostraban que en ellos había una minúscula parte que era consciente de lo que hacían y que sufría por las atrocidades que habían cometido, sentía pena por ellos, sin embargo la culpa no me embargaba, había hecho lo correcto, lo que ellos deseaban, habían muerto con honor, como guerreros , de forma rápida por lo que mi consciencia estaba tranquila, vi como los del pueblo se dirigían hacia ellos, a lo lejos los huesos de los secuaces del mercenario relucían, enfurecidos todavía pensaban pagarlo con los pobres cuerpos muertos de mis hermanos, Laguz inocentes, usados por el Beorc para sus retorcidos planes, ya llegaba el primer pueblerino hasta la tigresa, ya levantaba su hacha para clavársela en la cabeza cuando la ira explotó en mi interior, ningún hermano Laguz o Beorc tocaría esos cadáveres , eran mi responsabilidad.

Sin decir nada a Déteka, ya que no disponía del tiempo necesario, me transformé en León y me lancé a la carrera, mientras velozmente alcanzaba al aldeano, lancé un potente rugido, un rugido que sería capaz de paralizar hasta la misma Ashunera de terror, los aldeanos asustados pararon su marcha y me miraron, era todo lo que necesitaba, me puse delante de los cadáveres de mis hermanos y los protegí. Con una voz de ultratumba y furiosa como el mar en una tormenta les amenacé.

-Aquí nadie va a tocar a estos Laguz, no los vais a despedazar, ni os los vais a comer, ¡Parad ya esta maldita masacre!, por Ashunera me dais asco…sois iguales o peores que la gente que acabáis de matar, asesinos, salvajes…! Largaos de aquí si no queréis sentir mi ira!

-¡Pero es que han matado a mi hijo…quiero v…!-dijo la madre.

-¡Venganza!-le corte-si…la venganza es muy bonita…también satisfactoria…¿qué harás hermana?, si ese a quien acabáis de despedazar y engullir casi vivo tuviera hijos ¿también los descuartizaríais y os los comeríais?,  por favor…y vosotros os consideráis justos…¿Qué pensaría vuestro hijo de lo que habéis hecho en su nombre hermana?, ¿Cómo se sentiría si supiera que su madre es una asesina y que además la culpa es suya por no haber sido capaz de defenderse por ser solo un cachorro?, yo te lo diré hermana, mal…probablemente jamás sería capaz de volver a mirarte a los ojos.!Para los demás es lo mismo, ya os habéis vengado, dejad ya llacer en paz a estos pobres cadáveres atormentados y seguid con vuestras vidas! Bastante matanza ha habido por hoy…

Mi rugido y mis palabras amenazantes surgieron efecto, como si despertaran de un sueño los habitantes tomaron cuenta de la atrocidad que habían hecho…y se sintieron culpables…pronto dejaron la playa, la madre Laguz tomó los huesos de su hijo y me dio como agradecimiento un pequeño brazalete, que le había pertenecido en vida a su pequeño hijo, podría hacer con el lo que quisiera.
En el pueblo no se habló jamás de lo sucedido en la playa, todo se olvido bajo el velo del silencio,  cuando regresé muchos años después ya viejo y cansado, varias generaciones de jóvenes habían nacido y muerto en el pequeño pueblo costero, pregunté por la matanza de la playa, los aldeanos de entonces me miraron raro, como a un viejo chocho al que se le ha ido la cabeza, por lo que no hay que hacerle el mayor caso…La verdad como sabemos fue real…y terroríficamente ignorada…

…sonreí tristemente, era injusto, muy injusto como habían terminado estos pobres Laguz, nadie conocería su nombre, tampoco si tenían familia o si los estarían buscando, solo eran eso, dos gotas saladas perdidas en el mar, anónimas… muertas…víctimas de la crueldad.Apreté entonces mi puño con rabia, las aristas del brazalete se clavaron en mi piel...si...tampoco debía olvidarme del pequeño cachorro. Ya ni siquiera podríamos escuchar de nuevo su voz, sus patas fuertes no correrían mas por la foresta,  sus rugidos y aullidos se morirán en la melodía de la vida, ya no compondrán más canciones, ya solo son tres minúsculos silencios pasajeros, en un viaje hacia el olvido…
Mordí entonces mi mano con fuerza, extendí mi sangre sobre ella, tomé entonces el brazalete de la cría y dibujé tres garras con mi sangre sobre el metal, tras ello marqué mi huella ensangrentada sobre el pelaje de ambos Laguz,  arrodillado junto a la orilla del mar hice una promesa. ”Jamás caeréis en el olvido mis hermanos, os llevaré en mi mente y en mi corazón hasta el día de mi muerte, contaré esta historia a mis hijos y estos a los suyos, será una tradición familiar. “La balada de la cría y los Feralis”.
 Con delicadeza recoloque sus cuellos y les cerré los ojos, ahora solo parecían sumidos en un sueño eterno y pacífico, libres la violencia y la culpa que los inundaba en vida…me arrodillé frente a ellos y me acerqué a sus oídos donde susurré tristemente.

-Reside en paz con el padre día hermana, que tu espíritu viaje salvaje entre las tierras del más allá, donde tu rugido sea un Sol que calme las almas en pena….!Con tus zarpas araña los pesares!! Con tus dientes arranca la desesperanza de los muertos!. La guerrera de la mañana, protectora de las almas fallecidas.

-Reside en paz con tu hermano Crepúsculo pequeño leoncito…que tus maullidos suaves y tus juguetones saltos sean la  calma que anime la almas al atardecer, ¡crece fuerte! ¡Salta alto! corre colina arriba persiguiendo ciervos translucidos, se feliz…, deja atras a los vivos...explora con curiosidad infantil la nueva senda salvaje que se abre ante tus ojos. 

-Reside en paz con la madre noche hermano, que tus aullidos canten a la luna los pesares de las dos razas, ¡corre libre! ¡Muerde fuerte! Poeta que aulla una dulce nana nocturna a  las almas muertas...
Habéis luchado bien y muerto con honor, no nos guardéis  rencor hermanos, residid en paz con los espíritus de los valientes…


Tras ello me dirigí a Det…mi mirada era de dolor, dos hermanos habían muerto y no lo merecían, no sentía culpa, pero esa no era la razón de mi tristeza, dos jóvenes almas habían partido a causa de la crueldad…

-Se que estás cansada  querida amiga, no quiero presionarte más de lo que desees, puedes ir al hotel si quieres o si lo deseas quédate conmigo, voy a  encender una gran hoguera y despedirme de mis hermanos de sangre, se merecen esto…al menos una incineración honorable…Pues solo han sido victimas.

Sonreí entonces a Det tristemente, no sabía si comprendería lo que sentía o si se quedaría para despedirse de dos de los principales responsables de la muerte de la cría, aunque su culpa no fuera merecida, ya que no tenían control de sí mismos….
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Déteka
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« Reply #32 on: May 14, 2011, 03:37:30 am »

No estaba mirando a Rydar mientras esperaba su respuesta, así que cuando escuché como echaba a correr a la carera por la arena, me giré. Observé como tristemente querían seguir cobrándose una venganza que no tenía sentido sobre los inocentes.

El lobo  y la tigresa, tirados en el suelo, con los ojos apagados por la muerta y el pelo mojado por el mar y la lluvia. Era una escena triste ver aquellos Feral destrozados, y a esos aldeanos enloquecidos queriendo destrozarlo como habían hecho con el mercenario. No era justo para ellos, no habían buscado esa locura que los llevaba a matar, que los llevaba a la fuerza única que te daban el hambre y el odio, desprovistos de razón. Ese era el precio de tanta fuerza, un dolor inimaginable.
En aquel segundo me di cuenta de que yo misma había hecho aquello. Ni siquiera sabía como se llamaba el marido de mi hermana, pero le clavé un sable entre las costillas y después me marché prendiéndole fuego a su casa, dejando allí que se muriera en las llamas, que su pelo se quemara, y sus ojos negros, herencia de nuestro padre, se ahogaran en lágrimas. ¿Cuanto dolor le había provocado a ella, la única que había tenido la humanidad suficiente para dejarme morir junto a mi familia? Ella, mi hermanita pequeña, que tantos problemas me había dado, que tanto la había querido... ella, que mató al amor de mi vida....

Reside en paz con el padre día hermana, que tu espíritu viaje salvaje entre las tierras del más allá, donde tu rugido sea un Sol que calme las almas en pena….!Con tus zarpas araña los pesares!! Con tus dientes arranca la desesperanza de los muertos!. La guerrera de la mañana, protectora de las almas fallecidas.

-Reside en paz con tu hermano Crepúsculo pequeño leoncito…que tus maullidos suaves y tus juguetones saltos sean la  calma que anime la almas al atardecer, ¡crece fuerte! ¡Salta alto! corre colina arriba persiguiendo ciervos translucidos, se feliz…, deja atras a los vivos...explora con curiosidad infantil la nueva senda salvaje que se abre ante tus ojos. 

-Reside en paz con la madre noche hermano, que tus aullidos canten a la luna los pesares de las dos razas, ¡corre libre! ¡Muerde fuerte! Poeta que aulla una dulce nana nocturna a  las almas muertas...
Habéis luchado bien y muerto con honor, no nos guardéis  rencor hermanos, residid en paz con los espíritus de los valientes…


Desde lejos, las palabras de Ry me calaban en lo más hondo, porque nunca nadie me permitió darles un adiós digno. Mi hijo y mi marido nunca descansarían bajo tierra sagrada, al igual que aquellos Ferals. Nunca tendría la seguridad de que habían vuelto al seno de Ashunera, madre de todos nosotros.
La imagen de mi padre llegó a mi cabeza. Y con él... ¿que habría pasado con él? ¿Se lo habrían comido los carroñeros cuando me marché, o alguien lo encontró muerto y asfixiado? Las personas no nos dábamos cuenta de hasta que punto eramos crueles cuando la venganza nos acecha, pero supuse que Rydar, por suerte, jamás la habría sentido, como aquella madre Laguz y yo misma la sentimos en nuestras carnes. Era un sentimiento horrible, y nunca es suficiente. Hasta que todos no estén tan muertos como nuestros hijos, nos es imposible parar. Era horrible ver morir a un hijo.... una parte de ti, una parte grande y hermosa, se moría con él. Y con los niños la muerta también se llevaba las ilusiones, el amor... te quedabas vacío por dentro, porque te falta algo, algo que había nacido del amor. Eric siempre había sido la prueba de que Kurtz y yo nos habíamos amado, era una prueba hermosa y viva, y... ya no existía.
Me mordí el labio para no llorar. Daba igual cuantos años pasaran, cuantas veces sonriera, siempre, por dentro, estaría rota y vacía, porque mi hijo ya no estaba conmigo, y mi amor se había ido con él. Sacudí la cabeza al ver como Rydar venía hacia mi, no quería que me viera más triste aún.

-Se que estás cansada  querida amiga, no quiero presionarte más de lo que desees, puedes ir al hotel si quieres o si lo deseas quédate conmigo, voy a  encender una gran hoguera y despedirme de mis hermanos de sangre, se merecen esto…al menos una incineración honorable…Pues solo han sido victimas.

-¿¡Quemarlos?!-Exclamé algo enfadada, pero me di cuenta de que él no era capaz de saber lo que yo sentía, así que no debía pagarla con él. - N-no Rydar... no los quemes. No se merecen desaparecer así...

Puse una mano sobre su hombro y lo apreté ligeramente, intentando darle un poco de apoyo. Era muy triste quemar a alguien. Desde mi punto de vista, si alguien quisiera buscarlos alguna vez, ellos ya no existirían, sería una búsqueda en vano, estúpida. Era mejor enterrarlos y dejar una lápida donde alguien pudiera encontrarlos.

-Deberíamos enterrarlos en tierra sagrada. Si alguien pregunta, simplemente son dos Laguz que hemos encontrado moribundos y que ya han muerto. De todas formas, como estan ahora nadie sabría que han sido Ferals...
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El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.
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