Fire Emblem: Shadows of the Empire
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Saboreando el momento [Medea,Ryu]

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Author Topic: Saboreando el momento [Medea,Ryu]  (Read 378 times)
Khattara
Beorc Mago Negro
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« on: June 01, 2010, 06:23:07 pm »

Su melena dorada caía grácilmente sobre su espalda descubierta, dejando traslucir solo en ocasiones leves impresiones de la blanca piel sobre la que descansaba. Su vestido azul celeste resaltaba el color de sus ojos y las largas mangas de tela vaporosa dejaban traslucir la delicadeza de sus movimientos.

Cogió la copa de vino blanco una vez más, jugando con ella en sus manos brevemente, girando el contenido de la misma durante un momento, admirando cómo la luz destellaba en los rincones más inesperados de la copa y cómo arrancaba leves matices esmeralda de los límites de la copa. Acercó lentamente la copa a su fina nariz, saboreando el aroma de la viña. Por último, llevó la copa a sus labios dejándola posada sobre ellos un instante antes de dar aquel sorbo deseado a aquel preciado líquido.

Cerró los ojos y saboreó el momento junto con aquel perfecto sabor, sin duda tendría que pagar por aquella copa, pero en aquellos momentos no le parecía motivo de preocupación, ya se las arreglaría para hacerse con el metal que costaba, o al menos… para encontrar otra buena moneda de pago.

Echó un vistazo a su alrededor, mirando a todos y cada uno de los presentes, intentando dilucidar cuál de ellos podría ayudarla a solventar su problema financiero y de qué manera. A veces, la vida era tan agradable y entretenida como una buena copa de vino.
« Last Edit: June 03, 2010, 06:09:51 am by Khattara » Report Spam   Logged

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Medea
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« Reply #1 on: June 01, 2010, 07:27:54 pm »

El vino era espléndido y la fruta deliciosa. Había convencido a Melissa para hacer un alto en el camino más largo de lo habitual, las largas cabalgadas empezaban a hacer mella en mi carácter y no podía perder los estribos. Como siempre Melissa había delatado nuestro origen religioso obligándome a cumplir las obligaciones de la orden de asistir a los enfermos, por lo que aquella noche fui a cenar especialmente cubierta, entre otras cosas, porque había visto a guardias de la casa de mi padre rondando por el pueblo. Cuales eran los motivos que los habían llevado allí los ignoraba.

Sin embargo había olvidado sacarme el sello de la familia, aquel que delataba mi origen y usaba como pagaré con bastante frecuencia. La mala suerte quiso que alargara la mano hacia mi plato justo en el momento en el que un soldado se sentaba en la mesa de al lado, reconociendo el emblema al instante.

- Vaya vaya... Parece que tenemos por aquí a un ladronzuelo. ¿De donde has sacado ese anillo?

Pero no estaba solo y yo sí, antes de que pudiera darme cuenta un soldado me había golpeado la cara derrumbándome al suelo.

- ¡Devuelve lo que no es tuyo! ¿A quien se lo robaste? ¡Confiesa!

Y hubiera hablado, lo hubiera hecho y le habría ahorcado con mis propias manos, pero aquel desgraciado me estaba pisando la mano clavándome el anillo de mi familia en la carne. Siempre supe que mis lazos familiares sólo me darían quebraderos de cabeza, lo supe nada más darme cuenta de cómo eran mis padres y los asquerosos bastardos de mis hermanos.
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Khattara
Beorc Mago Negro
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« Reply #2 on: June 02, 2010, 06:45:16 am »

La tranquilidad de la taberna se rompió en un segundo cuando uno de los soldados que se encontraba en la misma golpeó a una joven acusándola de robar un anillo. No pudo más que fijarse en aquella pieza que había llamado la atención del soldado, dándose cuenta de que lo más probable fuera que se tratase de un sello familiar. Así que la muchachita tenía un pasado interesante. Al contrario que aquel soldado, corto de entendederas, pudo deducir que la muchacha no había robado aquel sello, ¿cómo lo había conseguido? No lo sabía, pero lo que estaba claro era que nadie sería tan estúpido como para robar un sello familiar y llevarlo puesto a la vista de todos.

No, si realmente lo hubiera robado, lo hubiera vendido o fundido tan pronto como le fuera posible, y lo llevaría oculto hasta entonces, eso sin duda. Había algo intrigante en aquella mujer, pues si bien no parecía de alta cuna por sus ropajes, era evidente que tenía lazos de algún tipo con las altas clases.

La chica fue golpeada violentamente, hasta dar con sus huesos en el suelo. Sin duda no le importaba lo más mínimo quién golpease a quién, pero se preguntaba qué clase de tajada podría sacar si ayudaba a esa mujer, quizás pudiera hacerse con el anillo sin que se diera cuenta… La cuestión era, ¿cómo? Suspiró, los años la estaban ablandando, antes no se hubiera preocupado tanto por aquella situación y hubiera dejado a la mujer arreglárselas sola.

Miró la mesa de los soldados, el idiota que retenía a la muchacha estaba acompañado por otros cuatro compañeros, aunque ninguno de ellos parecía querer ayudar demasiado, se habían levantado y simplemente miraban lo que hacía su compañero, que parecía no tener demasiadas dificultades a la hora de reducir a una mujer después de noquearla de improviso.

Se levantó con calma, reflexionando qué hacer o qué decir, sin tener muy clara la mejor estrategia para lidiar con la situación. Vaya, sin duda eso era de lo más inusual, quizás el vino hubiera hecho mella en ella… Quizás pudiera usar aquello como excusa. Caminó con paso vacilante, moviendo sus caderas más de lo indicado premeditadamente, hacia aquellos “caballeros” que permanecían en la mesa. Pretendió que se tropezaba y se agarró al brazo de uno de ellos para no caerse, una vez apoyada estratégicamente sobre el brazo del muchacho se dispuso hablar con su voz más seductora. Quizás atendieran las sinceras palabras de una joven vulnerable por el alcohol.

- ¡Oh, por la Diosa! Mi señor, ¿qué es lo que está haciendo? ¿No debería acaso brindar a la muchacha la oportunidad de explicarse? – miró al soldado a los ojos, enfatizando sus palabras – Si es justicia lo que buscan, ¿no debería ella tenerla también? Fíjese, no parece una mala persona, y yo sé que vos también está pensando en quién robaría un anillo como ese para presentarlo delante de la soldadesca – dijo plantando la semilla de la duda en aquel soldado, quizás si le agenciara a él la idea, sería capaz de seguir su razonamiento.
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Ryu
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« Reply #3 on: June 02, 2010, 10:05:41 pm »

Ryu saboreaba un rico plato, un cocido hecho a base de garbanzos y carne, ajeno a la presencia de ambas las dos mujeres rubias. En un lugar apartado, separado de su grupo habitual de viaje, cosa que no era difícil ya que gustaba de momentos de soledad para sí mismo, se había gastado parte del poco dinero que tenía para sí en desgustar una especialidad de la casa. La carne era de cerdo, por supuesto, la más barata, la del populacho de a pie, pero el cocido sabía casi tan sabroso como la carne de caza, pues la mujer (¿u hombre?, no lo sabía) que lo había hecho le había puesto empeño, dedicación y alguna que otra especia típica del lugar que Ryu nunca había probado. Vestido con sus ropajes habituales, y con su pelo azul y salvaje apenas recogido por una cinta al final de sus largos mechones y su piel de un extraño color broncíneo que tampoco resultaba desagradable a la vista (parecía algún tipo de moreno cogido por el sol), no llamaba la atención más de lo necesario, sobretodo porque estaba en un lugar discreto, sin hacer ninguna acción sospechosa. Tampoco es que quisiese pasar desapercibido, eso sí.

Claro que su comida se vio truncada cuando en la taberna se armó un lío. Lo único que pudo entender, debido a lo enfrascado que estaba en la comida, era que un guardia estaba pegándole a una joven que la acusaba de ladrona, para hacerle confesar. Su brutalidad le enfureció, pero cuando pudo fijarse más, su ira era completa. Si ya con aquellos modos y aquella injusticia no valía, la joven que estaba golpeando no se trataba de otra que Mede, la cual había conocido días antes en otro de sus momentos para él solo. La había llevado a volar por el cielo, y se lo habían pasado bien. Era una buena chica, muy buena... y no iba a seguir permitiendo lo que pasaba. Aunque no ignoró lo que otra mujer rubia intentaba hacer, después de oírla decidió que aquellos matones no iban a escucharla. ¿Acaso alguna vez lo hacían? Había visto a Kyle hablar con bandidos, matones y demás escoria, y nunca escuchaban. Estos no iban a ser diferentes. Así que no iba a dejar que Medea sufriese más daño. No mientras él estuviese allí.

Pronto la figura gigante (en comparación) del laguz salió a relucir. Justo al lado del guardia que maltrataba a Medea, sus ojos mostraban una ira completa. Aunque el guardia quiso decir algo, Ryu no le dejó, simplemente le dio un puñetazo en toda la cara, aunque conteniéndose, pues sabía que su fuerza podría hacerle mucho daño, y en forma de humano la controlaba incluso peor que en forma de dragón. Quedó noqueado en el suelo, y Ryu esperaba que no estuviese muerto, pero no se paró a pensárselo dos veces, ya que sus compañeros probablemente no dejasen la afrenta sin salvar. Ryu se movió con más rapidez de la que su cuerpo parecía proporcionarle, y golpeó con sendos puños en la boca del estómago de ambos guardias. Escupieron sangre y cayeron al suelo retorciéndose de dolor, aunque el lagu hubiese preferido que se hubiesen queadado inconscientes. El último el que la mujer rubia tenía cogido el brazo, pronto se preparó ante la amenaza, empujándola hacia un lado. Pero nada podía, puesto que Ryu estaba acostumbrado a pelearse con gente armada. Su espada era peligrosa puesto que le daba ventaja, pero no contaba con la fuerza de dragón del laguz, y pronto sintió todo su peso. La espada fue hacia él en una diestra estocada, pero Ryu, versado en el combate mucho más de lo que aquel beorc podía estarlo, apartó el filo con la mano y le asestó un mazazo directo en la cabeza, de arriba a abajo, con su puño cerrado.

Después, con un corte en el dorso de la mano que sangraba pero al cual ni siquiera le hacía caso, se acercó a Medea y le cogió de la mano para ayudarla a levantarse, o mejor dicho, para levantarla él mismo. Su sonrisa nada tenía que ver con la ira que había mostrado antes, se notaba que se había quedado bien a gusto con la paliza que los hombres habían recibido. Y no era mentira, siempre disfrutaba salvando a buenas personas, y más si veía que no podían defenderse por ellas mismas. Kyle siempre solía desfacer todo tipo de entuerto, dejándole poco que hacer, así que disfrutaba de aquellos momentos como quien degusta un buen vino. Un vino lleno de violencia, todo fuese dicho. Si le importaba que se hubiese metido en un lío, no parecía importarle lo más mínimo.

-¿Estás bien?-preguntó con preocupación a Medea, intentado ver sus heridas.
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Medea
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« Reply #4 on: June 03, 2010, 05:35:53 am »

Desde mi desventajosa situación pude escuchar la ebria, y fingida, voz de una mujer intentando librarme de los que irónicamente también eran mis soldados, sin mucho éxito, la verdad. Hasta que una potente fuerza desconocida me libró de ellos para luego levantarme en volandas en un afable y genuino gesto de preocupación.

- ¡Ryu! ¿Que haces aqui? No te había visto...

Y mira que era complicado no ver a un tipo tan enorme aun en su forma humana, pero debía reconocer que mis ganas de pasar desapercibida no me habían ayudado a fijarme en todos los parroquianos de aquel lugar.

- Muchas gracias, no se que habría pasado si no me hubieras ayudado...

Había que ser agradecido, acababa de salvarme de acabar con la cara más marcada de lo que ya estaba; un crimen imperdonable. ¿Ahora que iba a hacer con semejante golpe en el rostro? A saber cuanto tiempo iba a estar desfigurada, y la hinchazón no había hecho más que empezar.

Cabreada, me dirigí al que parecía el capitán del grupo, que estaba arrodillado gimiendo de dolor, pegandole una pequeña patada en las costillas le indiqué que se levantara. Cuando tuvo sus ojos fijos en mí, me retiré por completo la capucha de la capa.

- ¡Mi señora! ¡Señorita Medea! Yo...

El muy idiota agarró la mano que antes había pisado besándola con fruición y algo de baboseo; asqueada aparté la mano y le pegué un guantazo con el dorso de la misma, ignorando el fuerte dolor que eso me provocaba.

- Veo que los perros de mi padre no están tan bien educados como se jactan. Es de lógica pensar que si una dama lleva el anillo de la familia quizás es porque pertenezca a ella. Rezad para que vuestro señor no se entere de que habeis asestado una brutal paliza a su hija menor, no creo que a pesar de todo le cause mucha alegría escucharlo.

Visto que era imposible permanecer ya durante más tiempo en el anonimato me quité la capa de viaje dejando a la vista una segunda capa, más lujosa que la anterior, con un hermoso ribete de piel y el escudo familiar bordado en oro a la espalda y el de la orden bordado al frente.

- Ahora sal fuera, encontrarás un caballo negro, en él está mi bastón traelo, y rápido.

A otro guardia que empezaba a levantarse pálido del susto, o del golpe le señalé con la mano sana en un gesto bastante expeditivo.

- Tu, llama al posadero, que traiga una jarra de su mejor vino para mí y estas dos personas.

Retomando mi amabilidad y gratitud anterior me volví hacia Ryu y la desconocida mujer que había intentado persuadir a los guardias.

- Os agradezco vuestra ayuda, espero poder compensarlo invitándoos a un buen vino.
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Khattara
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« Reply #5 on: June 03, 2010, 06:09:19 am »

Un muchacho de cabellos azules entró en escena, y de repente ella fue empujada, hecha a un lado. Lo cual después de ver el torbellino de ira homicida que era el gigante agradeció bastante. Suspiró levemente, mientras sonreía mirando la actuación del joven guerrero, sin duda la vida debía ser tremendamente fácil cuando podías apoyarte de semejante manera en la fuerza bruta. Si, sin duda el subterfugio no valía en todas las situaciones, o al menos no era tan eficaz como aquel huracán de golpes.

Ahora, fuera de escena continuó observando el devenir de los acontecimientos. Así descubrió que aquellos dos se conocían de antes, y que muy a su pesar, ella era hija legítima de la familia Stark. Eso sin duda cambiaba sus planes, había esperado que la joven fuera una hija bastarda, o quizás algún tipo de consejera de algún pariente perdido en la larga rama que eran los Stark, pero siendo hija legítima, el hecho de robarle iba a tener que ser descartado. Bueno, al menos no había malgastado demasiado esfuerzo, ni perdido demasiado con su intento.

Se disponía ya a regresar a su mesa, cuando la mujer enunció algo mucho más interesante.

-   Agradezco vuestra ayuda, espero poder compensarlo invitándoos a un buen vino – dijo Medea.

Sonrió agradecida, al menos tendría su recompensa dorada, aunque el oro con que fuera pagada sería muy distinto al que esperaba. Además podría pasar algún tiempo con una de las hijas de los Stark, tener amigos influyentes nunca estaba de más, quizás incluso sería mucho más útil que el oro en sí mismo…

-   Será un gran honor poder compartir una copa de vino con vos- dijo mientras realizaba una ligera reverencia – A pesar de que mi falta de habilidad haya resultado ser inútil – dijo sonriendo, levemente avergonzada.

Sin duda no es que no fuera habilidosa, pero no le parecía apropiado empezar a desprender rayos por todas partes en una taberna tan pequeña. Demasiada atención por lo que creía una hija bastarda… no, no habría merecido la pena.
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Ryu
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« Reply #6 on: June 03, 2010, 12:22:22 pm »

- ¡Ryu! ¿Que haces aqui? No te había visto...

-Viajo mucho...-era cierto.

- Muchas gracias, no se que habría pasado si no me hubieras ayudado...

-De nada, un placer-eso también era cierto, había sido TODO un placer.

Observó cómo Medea lidiaba con los hombres que antes le habían golpeado. ¿Era una mujer noble o algo así? No recordaba que se lo hubiese comentado, pero claro, ella le había dicho su apellido sin reservas, si él no sabía quién era noble con aquello, problema suyo, pensaba. Por primera vez se fijó en el anillo de Medea, ¿los beorc nobles usaban anillos para diferenciarse? Ah, sí, era cierto, hacían joyas especiales... Debería saberlo ya, pero es que nunca había visto a alguien noble de verdad, que él recordase. Entre laguz, la nobleza se llevaba de otra forma, era más "natural", o al menos para él. Alguien noble inspiraba nobleza sin más, era instintivo, y ya estaba. Finalmente, Medea se dirigió a él y la mujer que antes intentaba parar lo que había sucedido, momento en el cual se fijó en ella. Qué gracioso, era otra chica guapa rubia de ojos azules. ¿Cuántas podía haber en el mundo? Ya iban dos menos, al menos.

- Os agradezco vuestra ayuda, espero poder compensarlo invitándoos a un buen vino.

-Será un gran honor poder compartir una copa de vino con vos. A pesar de que mi falta de habilidad haya resultado ser inútil

-Ah... vale, pero sólo una copa.

Ryu no estaba acostumbrado a beber alcohol, y aunque su cuerpo resistente toleraba las toxinas mejor que muchos, sabía lo increíblemente irresponsable que sería perder inhibiciones y control de sus actos, siendo un laguz dragón como era. La idea de llenar la taberna de fuego y destrucción no era su mejor idea de pasar un buen rato, desde luego. Por supuesto no dudó el aceptar, ya que si Medea era noble, fijo que tenía dinero de sobra para pagar la comida. La verdad, también había pensado en entrenar después de comer, pero en vista de la situación, ese plan tendría que ser pospuesto para más tarde. Nunca te encontrabas con una amiga todos los días si vives diferentes vidas, y también deseaba saber qué hacía por allí, y por qué se dejó golpear por sus propios hombres. Quizás había en todo algo más grande o más oculto que no llegaba a ver (cosa que sería normal en su caso, SIEMPRE había algo que no llegaba a comprender o ver a simple vista), incluso a lo mejor estaba en problemas. Por supuesto, de posibles miradas o represalias de los soldados no temía nada, él era un guerrero mucho más que capaz de resistir más de un embite, pero ellos ya habían demostrado que no lo eran de sus golpes.

-Oye, dime-dijo, notándose la falta de decoros y modales hacia alguien de la nobleza-, ¿y tú qué haces por aquí? La última vez estabas cerca de un convento. Por cierto, ¿no quieres curar tus heridas?
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Medea
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« Reply #7 on: June 03, 2010, 02:02:43 pm »

Enseguida apareció el primer guardia apaleado cargando con mi bastón de una manera quizás demasiado ceremoniosa, pero después de la tunda que acababa de recibir por golpearme, no era de extrañar. Temía que le contara lo sucedido a mi padre y hacía bien en temerlo, estaba claro que iba a dar parte de la excesiva agresividad de sus perros. Cogí el bastón que me ofrecía y tras forcejear un poco conseguí sacar el zafiro que llevaba en la cabeza.

- Ha habido unas escaramuzas en una aldea cercana y la orden me envió a sanar a los soldados heridos. Debió ser algo más que una escaramuza, había bastantes y en mal estado. Estoy de vuelta al convento, prefiero sanar en un sitio donde sé de lo que dispongo y todo está a mi manera.

Le ofrecí una copa de vino con una sonrisa gentil, educada y ligeramente seductora, no podía negar que el Laguz era francamente atractivo y parecía diferente a los babosos que visitaban mis aposentos de vez en cuando. Seguidamente le ofrecí otra copa a la chica que aunque inútilmente pero había colaborado en mi rescate con una sonrisa igual de deslumbrante, pero sin el toque insinuante.

- Pero no debemos ser descorteses con la señorita. Mi nombre es Medea Stark, agradezco tu colaboración y lamento el desagradable incidente de antes, como le he dicho a Ryu, volvía a mi convento y no quería llamar la atención, ni por mi apellido ni por mi labor clerical, supongo que ha sido completamente inútil...

De un simple gesto sané con la piedra las heridas de la mano y reduje considerablemente las de la cara, aunque sabía que a pesar de todo me saldría un bonito moratón...
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Khattara
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« Reply #8 on: June 03, 2010, 06:06:42 pm »

Sería mentira si dijera que no se sorprendió al escuchar el trato que daba el caballero de azules cabellos a una Stark. No sabía si se debía a que entre ellos había una relación lo suficientemente profunda como para ser innecesario, si ella no era de las que se dejaban guiar por los modales dictados por la corte (lo cual sería de extrañar, aunque explicaría el hecho de que fuera apaleada por sus propios soldados, quizás había descartado demasiado pronto la idea de que fuera una descastada), o si más bien era él desconocedor de los mismos.

Pensaba en todas las posibilidades cuando el guardia apareció con el bastón, siguiendo aquellos rituales estirados a los que ella estaba más acostumbrada… bueno, quizás estaba demasiado almidonado, pero podría deberse a su gran metedura de pata anterior. Probablemente tendría que pagar un alto precio por aquella osadía.

-   Ha habido unas escaramuzas en una aldea cercana y la orden me envió a sanar a los soldados heridos. Debió ser algo más que una escaramuza, había bastantes y en mal estado. Estoy de vuelta al convento, prefiero sanar en un sitio donde sé de lo que dispongo y todo está a mi manera – dijo la clériga, antes de ofrecer con una sonrisa más que gentil vino a su acompañante.

Reprimió una sonrisa, claramente divertida ante el comportamiento de la muchacha. Sin duda era joven, lo suficiente como para desear probar algo más que el amor de la diosa. Miró al joven detenidamente, sin duda el muchacho era de lo más apuesto, ojos verdes resplandecientes, piel bronceada, un cuerpo realmente labrado… Si, sin duda podía entender qué era lo que veía en él. Estaba segura de que harían una gran pareja, aunque solo fuera de juegos.

Su copa llegó a sus manos con otra sonrisa, esta más cortés. A la cual respondió no solo con una sonrisa de gratitud, si no con un asentamiento de cabeza para reafirmarlo.

-   Pero no debemos ser descorteses con la señorita. Mi nombre es Medea Stark, agradezco tu colaboración y lamento el desagradable incidente de antes, como le he dicho a Ryu, volvía a mi convento y no quería llamar la atención, ni por mi apellido ni por mi labor clerical, supongo que ha sido completamente inútil... – continuó exponiendo la Stark, mientras sanaba sus heridas.

- No ha sido nada, me hubiera gustado poder ser de mayor utilidad, pero las circunstancias no han sido las propicias. De cualquier manera, ha sido un placer intentar servirla. ¿Puedo preguntar cuál es su convento? – preguntó intentando así saber dónde poder localizarla en caso de desearlo y averiguar cual podría ser el rango que ocupaba en la jerarquía de clérigos.
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« Reply #9 on: June 05, 2010, 06:15:05 pm »

- Ha habido unas escaramuzas en una aldea cercana y la orden me envió a sanar a los soldados heridos. Debió ser algo más que una escaramuza, había bastantes y en mal estado. Estoy de vuelta al convento, prefiero sanar en un sitio donde sé de lo que dispongo y todo está a mi manera.

Ryu respondió a la sonrisa de Medea, sin realmente darse cuenta del nivel de sensualidad que ésta pudiese cerrar, con una mucho más corriente y mundana, ajeno a las artes de seducción, en parte por su inexperiencia, en parte porque su mente empezó a pensar acerca de las escaramuzas. El Imperio seguía dañando a la gente, y nunca les perdonaría por lo que le habían hecho a Xells. Justicia o venganza, necesitaba notar que hacía algo, tomar una represalia hacia ellos. Quizás se uniese a la refriega más adelante, con suerte, y descargaría toda aquella energía y furia sobre los soldados. Sentirían sus garras y sus músculos sobre ellos, así como su poderoso fuego, y recuperaría un poquito de la vida relativamente apacible que había tenido hasta entonces.

-   Pero no debemos ser descorteses con la señorita. Mi nombre es Medea Stark, agradezco tu colaboración y lamento el desagradable incidente de antes, como le he dicho a Ryu, volvía a mi convento y no quería llamar la atención, ni por mi apellido ni por mi labor clerical, supongo que ha sido completamente inútil...

- No ha sido nada, me hubiera gustado poder ser de mayor utilidad, pero las circunstancias no han sido las propicias. De cualquier manera, ha sido un placer intentar servirla. ¿Puedo preguntar cuál es su convento?

Ryu, acostumbrado a que Kyle hablase por todos, para bien o para mal, y también a quedarse callado para no decir nada estúpido. Además, el nivel de cortesía que aquellas dos mujeres se daban le era totalmente ajeno, una educación que nunca había tenido, ni que nunca hubiese creído que necesitaría algún día. Quizás la gente pensaría que un dragón debía ser educado, refinado, elevado moralmente, pero al fin y al cabo un laguz seguía siendo un simple guerrero por nacimiento. Asímismo, Ryu podía intuir dónde estaba el convento de Medea debido a su anterior encuentro, pero a ella iba dirigida la pregunta, así que esperó a su respuesta antes de preguntar algo que para él le parecía más importante. A veces sentía que pensaba distinto al resto de la gente, pero por norma general sólo le pasaba con los beorc. Pero... ¿pensaba peor o mejor? Puede que sólo de una forma más simple.

-¿Y tú como te llamas?-preguntó finalmente, mirando a Khattara.
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« Reply #10 on: June 06, 2010, 01:13:27 pm »

Era una pregunta inteligente, inofensiva pero que podía dar lugar a otras que desvelaran gran información, sin embargo no me importaba en exceso, no tenía nada que ocultar sobre mi posición. Una vez que ya sabían quien era, seguir ocultándolo era una tontería.

- Mi monasterio se encuentra en la frontera de Begnion, a las afueras de un pueblo no muy concurrido, a decir verdad está bastante alejado del pueblo.

Asentí ante la pregunta de Ryu, su torpeza con las maneras del decoro y la educación Beorc eran obvias, pero no iba a ofenderme, a fin de cuentas era consciente de que había sido criado sólo entre Laguz y ellos hacían las cosas de una manera diferente...

- Es cierto, me gustaría conocer el nombre de quien ha colaborado en mi rescate.
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Khattara
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« Reply #11 on: June 07, 2010, 10:46:09 am »

La joven Stark respondió a su pregunta abiertamente. Evidentemente no tenía nada que ocultar, ni como representante de una de las familias más poderosas, ni como clérigo de Ashunera. Además podía deducir por sus ropajes, por el zafiro y por la libertad de movimientos que poseía que no era un clérigo a la antigua usanza. Aunque no sabía si se debía a su naturaleza de alta alcurnia o si era por el cargo que representaba dentro del clero. Sin duda era una persona interesante.

-   Mi monasterio se encuentra en la frontera de Begnion, a las afueras de un pueblo no muy concurrido, a decir verdad está bastante alejado del pueblo.

Los monasterios fronterizos eran de gran importancia en tiempos de guerra, ya que permitían el acceso de enfermos y necesitados por parte de ambas regiones. Seguro que era un monasterio lo suficientemente importante como para acoger a enfermos de ambas regiones.

-    ¿Y tú como te llamas? – preguntó curioso y directamente el muchacho. Lo miró sonriendo amablemente, sin duda el joven no estaba versado en las mismas normas de cortesía. De todos modos, poseía una inocencia que lo hacía adorable.

-   Es cierto, me gustaría conocer el nombre de quien ha colaborado en mi rescate – añadió Medea, mostrando también interés.

Les respondió a ambos, aunque la verdad es que no tenía demasiado que contar sobre sí misma. O más bien, las historias con que ambos la podían deleitar le parecían mucho más interesantes. De todos modos no quería, ni mucho menos ser descortés con sus anfitriones, o al menos con su anfitriona y su acompañante.

- Mi nombre es Khattara. He de reconocer que a pesar de las circunstancias que lo han hecho posible, ha sido todo un placer y un honor encontraros a ambos y poder compartir una copa de vino con vos. ¿Sería pues demasiada indiscreción preguntar dónde se conocieron? – preguntó, curiosa por saber cómo se habían encontrado dos personas tan distintas.
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« Reply #12 on: June 08, 2010, 11:36:52 am »

- Mi nombre es Khattara. He de reconocer que a pesar de las circunstancias que lo han hecho posible, ha sido todo un placer y un honor encontraros a ambos y poder compartir una copa de vino con vos. ¿Sería pues demasiada indiscreción preguntar dónde se conocieron?

-Ah, pues...

Ryu recordó todo lo que había pasado. Se había ido volando un poco lejos de más del grupo, aunque ello no era raro del todo, pues muchas veces necesitaba "estirar las alas", transformarse en dragón y alejarse de cualquiera que pudiese recibir daño alguno de acciones demasiado rápidas, demasiado temerarias o simplemente hechas sin pensar. En definitiva, aunque él no lo definiría así, necesitaba la libertad de decidir qué hacer con su cuerpo y sus poderes, y para ello tenía que irse donde nadie recibiese daño. Sentir el viento en la cara, el fuego en su garganta, la dureza en sus puños y el polvo en sus pies, todo por sí mismo. ¿Cómo definir todo aquello en pocas palabras para un beorc? Ellos podían vivir en ciudades atosigadas de gente, donde la hierba y la tierra estaba llena de piedras, en grandes palacios donde se encerraban y se dedicaban a actividades de interior tales como leer libros, algo que a Ryu le aburría en exceso. No, no había forma de expresarlo de una forma que lo entendiesen, y dudaba que hubiese una.

-Estaba dando un paseo largo, en mi forma de dragón-casi dijo "forma natural", pero quizás eso era ofender a los beorc-, disfrutando de la naturaleza, y ella hacía algo parecido, creo. ¿No es así, Medea?

Prefería que ella siguiese hablando y que contase el resto de la historia. No era bueno con las palabras, él era un hombre de acción y no de conversaciones largas y civilizadas. Era amable y apacible como el que más, pero su mente solía ir por derroteros tales como el combate, el entrenamiento, el físico y el fuego. De eso sí que sabía, pero de lo demás, no. Siempre había laguien del grupo que sabía qué decir sobre según que asuntos, incluso sabían de todo lo que sabía él, exceptuando obviamente el fuego, el cual Ryu diferenciaba diferentes tipos distintos, a los cuales no les puso nunca nombre porque, al fin y al cabo, ¿acaso un oso necesita denominar los diferentes tipos de miel, o un pájaro los diferentes tipos de semilla? Y eso también contaba para los laguz, según creía él.
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Medea
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« Reply #13 on: August 23, 2010, 11:20:30 am »

(FDI: Perdon miles por el enorme retraso, pero estuve en horas bajas de inspiración, espero poder compensarlo)

Miré a Ryu indulgentemente mientras pegaba otro sorbo a mi copa de vino para después mirar a Khattara como si aquello no fuera nada nuevo.

- La última vez que le dio por hacer algo así acabó al lado de mi convento y a vete a saber cuantos días de viaje de su aldea. Se despista con facilidad cuando quiere volar... ¿No es así?

No tenía remedio, por lo que pude deducir de nuestra anterior conversación era apenas un cachorro atado por las obligaciones, era lógico que quisiera salir a despejarse de todo y también bastante lógico que perdiera la noción del tiempo, aunque me extrañaba un poco que pudiera perderla tanto...
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Khattara
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« Reply #14 on: September 02, 2010, 06:31:25 am »

- Ah, pues... Estaba dando un paseo largo, en mi forma de dragón disfrutando de la naturaleza, y ella hacía algo parecido, creo. ¿No es así, Medea? - el laguz pareció mirar a su acompañante, como si realmente no supiera bien la historia o no supiera explicarla como se merecía. Claro que la explicación de la clérigo tampoco aclaraba demasiado...

- La última vez que le dio por hacer algo así acabó al lado de mi convento y a vete a saber cuantos días de viaje de su aldea. Se despista con facilidad cuando quiere volar... ¿No es así? - Katthara miró sorprendida a ambos, con una sonrisa divertida en el rostro, pensando en el resumen que habían hecho entre los dos.

- ¿Qué tipo de laguz sois? - preguntó intrigada antes que nada, no tenía ningún aspecto de ser dragón blanco, pero eso casi sería mucho más interesante - ¿Y qué hacíais vos mi señora? - ¿disfrutar de la naturaleza sin más? Parecía poco probable.
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[Ficha de Khattara]

"Olvida mis motivos. No los comprenderías. Mientras obtenga un resultado que te complazca y nos beneficie, ¿qué te importa por qué lo hago?"
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