Fire Emblem: Shadows of the Empire
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Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]

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Author Topic: Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]  (Read 785 times)
Rydar
Laguz León
Cadete
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The Lion King


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« on: March 21, 2011, 08:20:47 pm »

Parece que mi actuación con el pez en la boca no le gusta pues en cuanto salgo a la superficie me hinca todo el dedo entre las costillas, ahí donde duele, me hace un poco de daño, y me dice:

-Rydar, ¿no te han enseñado que no se juega con la comida?.- El comentario no me gustó mucho, pero me lo tomé en broma, nadie se podría enfadar con semejante preciosidad. Tras ello tomé su mano y la aparté con delicadeza, cuando nuestras manos entraron en contacto noté algo sorprendido que a pesar de ser guerrera su mano era muy suave pero increiblemente fuerte.
Me quité el pez de la boca y lo sostuve con la mano luego me limpié un poco la sangre con agua de mar para que no pareciera tan horripilante y le dije, con voz burlona.

-!Pues claro que no me lo han dicho!, pertenezco a la tribu felina, !Nos encanta jugar con la comida!, pero si te resulta violento o asqueroso pues nada me limpio un poco y me contendré delante tuya y de otros humanos, no quiero importunaros demasiado.
Verdaderamente cuanto más tiempo paso entre vosotros os entiendo menos a los Beorcs, os da asco que juegue un poquito con la comida pero luego no tienen reparos en matarse entre si por dinero o torturar a gente inocente por pura maldad, asistís a las ejecuciones públicas por el solo echo de divertiros ante el espetáculo del cruel asesinato de un humano, por Ashunera, !si hasta os lleváis comida!.
 Jugáis con vuestras propias vidas para vengaros, beneficiaros o simplemente divertirse con el dolor ajeno. Si lo piensas hacéis exactamente los mismo que hago yo con este pez yo pero por motivos menos morales.


-Entiéndeme-dije con un tono amable y conciliador- no os estoy juzgando por ello, ni tampoco creo que seáis mejores o peores que nosotros, al revés lo acepto como tal y no me parece mal, vuestras costumbres, historias y vidas son diferentes a la nuestras, por lo que vuestros motivos también lo son. Aprender a convivir con los demás solo se trata de aceptar como somos realmente, sin prejuicios.

Tras ello la miré a los ojos con confianza y le sonreí amablemente, quería que supiera como me sentía, pero que no estaba enfadado con ella, al revés, hacía ya algún tiempo que estas ideas me rondaban por la cabeza, pero no había tenido oportunidad de hablarlo con nadie normalmente por desconfianza, que lo intentara expresar ante ella era una muestra del aprecio que le tenia a pesar del poco tiempo que nos conocíamos.

Espero a ver que tal reacciona, se que a veces los leones somos algo difíciles y cabezones, pues somos una raza que no abunda y que a pesar de nuestras buenas relaciones con los humanos, tenemos un cierto hermetismo respecto a nuestras costumbres, por lo que no nos conocen, somos en cierto modo, más salvajes que ellos, pero nuestro motivos son menos retorcidos, están puramente unidos a razones de supervivencia, o instintos ancestrales transmitidos de generación en generación, como el caso de la comida.
Quería hacerla entender que jugar con la comida para mí no era algo asqueroso y que tendría que aceptarlo como tal, igual que a cambio yo aceptaría sin reparos sus posibles defectos a mis ojos, siempre que ella los considerada correctos para si misma. Así se hacía con los compañeros y se llega a respetar a la gente.

Con mucha delicadeza me acerqué nadando hasta a la orilla, dejando a Déteka con sus pensamientos, tras salir del agua me dirigí hacia donde estaba la ropa, puse los peces sobre mi capa y los envolví para que los pájaros no se comieran mi presa, con estos cuatro peces podría saciar un poco el estómago. Al menos hasta la cena, así que tras guardarlos en mi capa me puse a cuatro patas y comencé a sacudirme, como hacía en forma de león para quitarme el agua, cuando estube lo suficiente mente seco le grité burlonamente a Déteka.

-!Yo tengo cuatro peces y tu ninguno!, de momento he ganado, yo por mi parte tengo suficiente comida para llenar el estómago, me retiro, si quieres compartimos el pescado, si no, puedes pescar unos pocos  mas e intentar ganarme, después tráelos que haremos una buena merienda.No te preocupes no me los comeré crudos, haré una fogata-dije guiñándole y sonriendo.

Tras ello me puse a buscar ramitas por los alrededores de la playa, normalmente el mar suele traer palos o algas a la orilla que tras pasar el día y bajar la marea están lo suficientemente secos para hacer una hoguera, no muy duradera porque para eso se necesitan troncos de mayor tamaño, pero al menos servirían para asar el pescado.

La playa estaba extrañamente hermosa, ya habíamos pasado el ecuador del día y el sol ya comenzaba su camino de regreso a casa, el cielo azulado, sin  nubes a la vista, no hacía si no mejorar la sensación de tranquilidad espiritual que proyectaba la visión del mar y el ruido de las olas, en el agua se escuchaban los chapoteos de la complicada y sensual Déteka, que se dejaba mecer por las olas en un intento de descansar sus músculos del ejercicio de mantenerse a flote. Su cuerpo no era más que otro pequeña vida, una pequeña rama en la inmensidad del mar, en el fondo, las personas somos iguales, gente solitaria, rodeadas y a la deriva en un mar de vidas que están condenadas a no compartirse. Tenía razón el gran poeta, "las vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir". Para el mar todos somos iguales, como la muerte, nos mecemos al son de su oleaje , sin poder escapar. Solo aquellas pequeñas conexiones, las relaciones entre nuestros congéneres son las que nos salvan de una vida sin sentido.Si fuéramos capaces de convivir sin intentar matarnos unos a otros nuestra vida sería mas feliz.

Cuando junté un buen montón de madera suficientemente seca y algas, las apilé y formé un pequeño montoncito, tras ello, tomé mi bolsa de viaje y saqué un poco de pedernal, posteriormente transformé mis uñas en garras y con una de ellas rocé el pedernal hasta conseguir sacar chispas, éstas encendieron la hoguera, que rápidamente comenzó a crepitar.
Las llamas se reflejaban en mis cabellos como si fueran hermanos gemelos, el hogareño olor a madera quemada y humo comenzó a llenar el lugar, ya su calor terminaba de secar mi mojada piel, cuando decidí comenzar a asar el pescado.

Afilé con mis uñas cuatro pequeños palos, algo curvos y luego los clavé en el pescado, quedaron bastante bien así que los puse junto al fuego para cocinarlos.

Aunque no era un gran festín olía de maravilla, el pescado estaba muy fresco y para mí que no había comido en varios días esto me supo a gloria, ya casi terminaba de asarlo cuando avisé a Déteka, muy contento.

-!Eiiiiii!, ya está listo el pescado, !a zampar!.

« Last Edit: March 22, 2011, 03:14:28 am by Rydar » Report Spam   Logged

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