Fire Emblem: Shadows of the Empire
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Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]

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Author Topic: Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]  (Read 779 times)
Déteka
Beorc Mercenario
Cadete
**
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« Reply #15 on: March 24, 2011, 06:38:01 pm »

La pregunta llenó el silencio como si hubiera dicho algo prohibido, acallando hasta las olas del mar y el crepitar del fuego junto a nosotros. Aquella situación se alargó un segundo, pero después el chisporroteo alegre y cálido retomo su sonar, y el mar volvió a ponerse en movimiento. Mis dedos se hundían entre mis húmedos cabellos, a pesar de estar hecha ya la trenza, necesitaba mantener las manos ocupadas con algo, y ese algo era mi cabello rosado en aquel momento.

Supuso que ignoraría mi pregunta ante tal silencio, solo se había dedicado a comer ferozmente el pescado que el mismo había cazado con sus garras felinas. El olor del pez cocinado era agradable pero no tendría fuerzas suficiente para pedir uno, ni siquiera las tendría para comerlo. No tenía fuerzas para nada en aquel momento.

No me di cuenta ni siquiera de que Rydar cogía el último pescado, hasta que me tomó mi mano, y le miré, algo abstraída, intentando volver al presente y alejarme del pasado, aunque era una difícil tarea que me agotaba mentalmente. Al menos por ahora, lo estaba consiguiendo.
El tacto de sus manos ayudó a concentrarme. Pensé en la suavidad que presentaban, la fuerza de los músculos fibrosas bajo la tersa piel.

-No has comido nada pequeña, y te he prometido compartir el pescado, además las historias se disfrutan mejor con el estómago lleno.

Aquello consiguió sacarme una pequeña sonrisa. Cerré los dedos alrededor de aquel palo de mader que sostenía el pescado calentito aún.

-Gracias- Dije llevándome un poco de pescad a la boca, mientras pensaba en que me había dicho pequeña. Si, probablemente en comparación a su edad como Laguz, yo no sería más que una pequeñaja, pero aun así, para mi edad era bastante madura. Aunque en cualquier sitio, con tantos años y soltera no serías nadie en la vida, solo una vieja que se volvería loca estando sola eternamente y terminaría viviendo rodeada de gatos.
Reparé entonces en lo que había dicho. Me iba a contar una historia, pero no debía ser una historia cualquiera si se tomaba tanto tiempo en organizar sus ideas. Debía ser una historia especial, de esas únicas que se cuentan pocas veces en la vida. Su historia.

-Déteka, el amor es vida,  es una pura y absurda ironía, la razón por la que continuo vivo,  aquello que me atrapa en un viaje sin fin, la fuerza que alimenta mi espíritu y permitirá cambiar mi destino.

-Soy un Ulíses vagabundo, náufrago de amor, sigo a la deriva sin mapa o brújula la corriente de tinta que Ashunera escribe para divertirse ante un pobre León desgraciado, no importa a donde llegue ni el tiempo que me lleve, solo camino para hacerme fuerte, fuerte para recuperar el amor que me han negado por el hecho de nacer. La búsqueda del honor con el que sentir algo que no necesita permiso, amor , un sentimiento que no debería estar permitido controlar.

-Provengo como quizá te imaginarás de la tierra de la tribu felina en concreto de Zarzi, su capital, en ella era hijo de nobles, de una de las familias más antiguas de leones.
Desgraciadamente como imagino que  habrás visto en tu viaje,este mundo tiene un gran problema, el racismo entre razas. Pues bien mi familia es racista, no solo para los Beorcs, sino también para los Laguz e incluso para nuestra propia tribu.
Desde niño me inculcaron con violencia su credo, en él solo estaba permitido relacionarse con la rama de los leones, todo contacto con otros seres diferentes era prohibido o casitgado.
He aquí la ironía de mi vida, de joven conocí a una hermosa tigresa, Leylianna, que con el paso del tiempo sería mi amada.


Escuché en silencio sus palabras, intentando seguirle el ritmo a tanta floritura. Hasta aquel punto aquella historia no me gustaba. Sinceramente, se parecía demasiado a lo que yo ya había vivido, todo lo que había sufrido. No quería un final igual, porque jamas a nadie le podría desear lo que yo había sufrido, y vivía para seguir sufriéndolo. Pensé que debía ser difícil crecer sabiendo que eres distinto, que todo a tu alrededor esta en contra tuya. Si conocen como eres te odian, pero si tu te escondes te odias a ti mismo.

-Como puedes imaginar mi familia no estaba deacuerdo con nuestro compromiso, tanto es así que propusieron matarla para alejarla de mi, no podía permitirlo así que nos batimos en un duelo, quedé como perdedor, por fortuna, conseguí el perdón para Leylianna, con la condición de ser desterrado de por vida sin poder volver a casa. Así viajo perdido y sin honor. Sin embargo no todo es desgracia, puedo volver si consigo ser lo suficientemente fuerte para ganar un duelo de honor, en el que recuperaré el derecho a volver para pasar mi vida junto a mi amada.

Le miré a los ojos, confusa. ¿Por fortuna consiguió el perdón para su amada? ¿A cambio de que? ¿De no estar nunca junto a ella? ¿De desperdiciar la vida en una búsqueda de la fuerza para obtener el honor? No sabía que decir, estaba tan confusa que comencé a sentir rabia por todas las cosas que se estaba perdiendo junto a su amada, y por todo lo que estaba sacrificando por algo tan estúpido e insignificante como el honor. El honor no iba a darle de comer, no iba a hacerle feliz, solo sería honor. Coloqué el honor por encima del amor en mi lista de estupideces que no se deben cometer, y aquel era un puesto muy, muy alto.
Me alejé de mis sentimientos y miré en sus ojos. Aquel verde hoja había perdido el brillo, estaban completamente apagados, empañados de tristeza y de añoranza, de todas las cosas que tenía a su alcance por un sentimiento.
"No entiendo a los hombres..." Pensé alzando la mano para dejarla caer sobre su hombro con suavidad, y apretar con ternura sus músculos, en un pequeño gesto de apoyo. Pensé en Kurtz y en mi, hacía ya tantos años, cuando aún era joven e inocente, y mi alma y mi consciencia estaban limpias. Lo habíamos dejado todo atrás para estar juntos, habíamos renunciado al mundo entero, yo  misma habría dado mi vida a cambio de que él y Eric siguieran en este mundo, pero.. sin embargo, allí estaba Rydar, luchando durante años para alcanzar algo que seguía tan lejos como al principio. Para mi, que lo había perdido todo, que me lo habían arrebatado, lo que hacía Rydar era la estupidez más grande que había escuchado en la vida.
No pude evitar ponerme en el lugar de Leyliana. Allí, lejos, encerrada entre los que habían destrozado a su amor, los que los habían separado. Pensé que también era culpa de ella, por no enfrentarse al mundo, por ni intentar plantarle cara al destino. Si yo hubiera sido Leyliana, habría ido en busca de Rydar hacía ya mucho tiempo.

-¿No parece acaso mi historia una burla del destino?, amo lo que me han prohibido, creo en lo que es repudiado,  ¿por qué yo he tenido que ser el único de mi familia en comprender que no podemos ser racistas?, no tenemos el derecho imponer nuestra voluntad sobre los demás, tampoco podemos obligarles a dejar de pensar o sentir como deseen, somos libres de ser como queramos de amar a quien nuestro corazón indique, al igual que los demás también tienen derecho. Desgraciadamente para este cruel mundo, en el tiempo que llevo viviendo, esta virtud nuestra jamás se respeta, son siempre aquellas personas cuyo amor es más profundo y libre  las que son más castigadas, un claro ejemplo de ello son los estigmatizados, ¿Cómo es posible que criaturas tan bellas, por nacer gracias al amor entre dos especies hayan sido tan maltratadas y repudiadas?. He meditado durante muchos años acerca de como solucionar este problema, cómo conseguir liberarse de esta represión del amor, este racismo inhumano que envenena nuestra sociedad, mi conclusión es que  solo hay dos caminos posibles para el afectado, luchar por ello, asumir la tragedia siguiendo siempre adelante, siendo más fuerte para defenderse. O por el contrario huir de si mismo, sucumbir a la pena y el dolor, caminando pon un camino oscuro en que la ira y el odio nos autodestruya, conviertiéndonos en una copia de lo que nos ha provocado sufrimiento

Me guardé las carcajadas amargas que deseaban salir. ¿Una burla del destino? ¿Realmente me decía a mi que su historia era una burla del destino? Un sentimiento de impotencia y rabia comenzó acrecer en mi interior. ¿Que tipo de destino era aquel que te dejaba esperanzas y no eras capaz  de tomarlas? Rydar era uno de los pocos que aún podía darle gracias al destino. Seguía vivo. Leyliana seguía viva. Aún podrían tener un lugar en el mundo, aun podrían seguir enamorados, juntos. Podrían tener hijos, ser felices... Amar lo que estaba prohibido no era malo, solo era diferente. Y las prohibiciones solo son creencias estúpidas, y cada uno tenía que aprender a forjar sus creencias.

Cuando escuché una palabra en sus labios las lágrimas se agolparon en mis ojos. Los estigmatizados... no entendía al resto del mundo. Un estigmatizado.. un mestizo. NO había criatura más maravillosa que ellos. Eran la prueba viva de que el amor existía en todos, y que no importaba como fueras, ni lo que fueras. NI un Laguz ni un Beorc estarían a la altura de un Estigmatizado. El odio que había visto en ojos de otros niños cuando era pequeña nunca lo había entendido. ¿Porque se debía odiar lo que no conoces? Pensé en la primera vez que vi a Kurtz. No era más que una niña, y él me salvó, a pesar de todas las diferencias que había entre uno y otro, porque en aquel momento yo era una chiquilla indefensa, y él la única persona capaz de ayudarme. Y aquel miedo inicial, dio paso a la curiosidad, del uno por el otro. Y había sido uno de los mejores momentos de mi vida, a pesar de estar lleno de oscuridad, lobos y mi sangre. Llevé la mano a la cicatriz de la pierna derecha. La yema de mis dedos pasó por la piel, pálida en contraste con el ligero bronceado de mis piernas. Las cicatrices blancas en formas circulares, en algunos puntos las marcas de colmillos y dientes tenían líneas de desgarre, y marcaban la pantorrilla de forma grotesca, pero aquella era una cicatriz a la que nunca le perdería el cariño. Podría decirse que sin aquella cicatriz nunca habría conocido las cosas buenas de mi vida, aunque mis errores me llevasen a perderlas.

-Déteka, puede que parezca triste, pero estoy seguro de algo, jamás me rendiré y aunque me costara toda la vida, lucharé una y otra vez hasta recuperar a Leylianna. Es un promesa que le hice por mi honor y para los leones lo más valioso es el honor.[/b/]

El rugido atronador resonó por toda la playa, con la fuerza de la naturaleza en todo su esplendor. La arena se movió a nuestro alrededor con la brisa, extendiéndose a nuestro alrededor, como si temiera alcanzar a aquella majestuosidad animal. Mi mano seguía aferrada a la cicatriz de la pantorrilla derecha cuando, con la vista perdida en el mar, comencé a hablar.

-Aunque no creo que me creas, conozco como te sientes. Y solo tengo una cosa que decirte, Rydar... -Me detuve un segundo. Le miré con mi determinación y mi furia reflejada en los ojos.- Lo que haces es estúpido. Podrías vivir con ella, ser feliz. El honor no te hará feliz nunca, ella sí. Puedo asegurarte que soy una persona que conoce lo que es amar lo prohibido, amar con ta fuerza que entregarías tu vida y tu corazón a cambio de cualquier tontería que la otra persona te pidiese. Por eso lo único que puedo decirte es que te levantes ahora mismo y vayas  a por ella, antes de que el destino te la arrebate definitivamente, como me hicieron a mi. 

 Me callé y miré el mar, algo arrepentida de haber dicho las últimas palabras, de forma rápida y apasionada por mis recuerdos y mi dolor. Si me preguntaba por mi historia se la contaría, igual que había contado él la suya propia, pero no me gustaba ver la expresión de otras personas al escuchar mi vida. Siempre, aquellas expresiones de pena, de lastima... no. Era incapaz de soportar aquello, por que sabía que en el fondo, aquello era todo mentira. Que las personas que ponían esa cara, harían lo mismo. Matarían a un hermano, a una hija, por algo tan grande y a la vez tan pequeño como amar a una persona.

« Last Edit: March 25, 2011, 05:15:51 pm by Déteka » Report Spam   Logged

El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.
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