Déteka
Beorc Mercenario
Cadete
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« Reply #15 on: April 13, 2011, 05:09:11 pm » |
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Tal y como había planeado, aquel ágil mirmidon fue capaz de anteponerse al primer golpe, pero el segundo, más horrible y demoledor, le dio de lleno. El mundo se detuvo ante mis ojos y vi a cámara lenta su expresión, como ver venir la muerte y sentirte impotente, porque todo lo que podías hacer ya estaba hecho, y no había forma de cambiar el destino. La fuerza de mi espada era tal que ni siquiera llegué a sentir como se quebraba el grueso bajo el filo, tan solo era capaz de ver con frialdad como la espada se hundía en su carne, cortando músculo y tendón, todo aquello que era su brazo izquierdo hasta separarse por completo del cuerpo con un chorretón de sangre que me alcanzó el pecho según el giro de la pesada espada continuaba su trayectoria hasta que fui capaz de detentarla.
Su gritó llenó el espacio a nuestro alrededor, desgarrador y herido, lleno del dolor físico y psicológico que podía representar para un guerrero, ya no su arma, si no su medio para utilizarla, los brazos, que también eran un propio arma en si. El gordinflón parecía impresionado ante tal demostración de brutalidad por mi parte, como si hubiera dejado de ser una fulana para ser una simple mercenaria. Los hombres no solían esperar que una mujer con mi físico pudiera no ser delicada y femenina, pero bueno, de todas formas ninguno era capaz de fijarse en el tamaño los músculos de mis piernas y brazos, solo del tamaño de mis mamas.
Les miré a todos y no perdí tiempo. Mirmidon fuera, siguiente paso. El arquero. Corrí hacía él, que intentó tomar distancia para usar el arco pero fue en vano. Solté uno de los mandobles, que se clavó en la arena, y le asesté un puñetazo en la cara, derribandolo a la arena. Una vez en el suelo, con los brazos y las piernas temblorosas, alcé el pie y le pisé con toda mi fuerza el hombro con el que tenía que sostener las flechas. Sentí los huesos quebrarse bajo mi pie, romperse en pedacitos bajo la fuerza aplastante de mi ataque y me retiré, recuperando mi espada.
Tomé nuevamente la espada y miré al jefe, que ahora estaba solo, con un lisiado a la espalda y un hombre gimiendo en el suelo, agarrándose el hombro destrozado. Estaba completamente solo con su hacha, pero no lo iba a matar ahora, esperaría a que Rydar estuviera conmigo. No le daría el placer de que cerrase los ojos ante los horrores que había cometido, así que ahora iba a atacarle con todo lo que tenia. Alcé ambas espadas y me lancé a por él, intentando atacar los dos flancos a la vez desde el frente. Con el hacha, se vería obligado a solo cubrir uno, porque el peso no le permitiría manejara con una mano, y podría infligirle daño en algún punto del abdomen por el lateral que fuera, o al menos, eso esperaba....
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