Fire Emblem: Shadows of the Empire
March 28, 2024, 03:56:24 pm
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Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]

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Author Topic: Jugando entre bestias [Rydar y Déteka]  (Read 767 times)
Déteka
Beorc Mercenario
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« on: March 16, 2011, 04:21:16 pm »

Mis pasos inciertos me habían llevado hasta un pueblo al norte de Crimera, en la costa. Para ser un pueblo era grande y con muchos viajeros que iban buscando sus barcos y sus puertos, y sobre todo, las hermosas playas. El olor a arena y a salitre llenaba la ciudad, era un olor agradable y fresco, que mantenía en un constante y alegre alboroto a los pueblerinos naturales de la zona, y a los viajeros nos relajaba el cuerpo. Aquellos lugares te recordaban que todo el mundo necesita un respiro y unos días de descanso.

Así que sí, podíamos decirlo, estaba de vacaciones. No por gusto. El que fuera mi señor no me requería en aquellos momentos, así que tomé mi caballo y me marché de allí, bastante cabreada, por un impulso estúpido. Pero si ahora quería requerir me tendría que buscarme, y me había encargado de no dejar un rastro nada claro. Kiba relinchó bajo mi peso. Le acaricié las crines mientras guiaba las riendas con una sola mano por las calle hasta que entramos en una plaza muy bonita, con una fuente en el centro y comercios que se distribuían en circulo alrededor del hermoso centro del pueblo.

Veía a mi alrededor todo tipo de gentes. Tigres jugando a las cartas con mujeres con alas y un espadachín Beorc con más de una copa encima, un grupo de niños jugueteando, mientras algunos de los niños se dedicaban a cambiar de forma una y otra vez provocando las risas de sus compañeros humanos. Aquel pueblo podía decir que estaba bien provisto de paz y tranquilidad, pero como en todos sitios también había gente carca y estúpida a la que la presencia Laguz en las tierras Beorc les resultaría incomoda, molesta, hasta una vergüenza para ellos, pero eso a mi me daba igual. En aquella plaza, una de las tabernas había un cartel:  
"Posada/Taberna La ultima Caracola"
[/i]

Sonreí y espoleé a Kiba para que se dirigiese allí tranquilamente. Cuando llegué a la puerta bajé del corcel y lo dejé bebiendo en el abrevadero mientras entraba en la posada. Me acerqué a la barra y el posadero me miró de arriba a abajo. Primero fijándose en mis dos grandes.. curvas, sujetas por el apretado corsé negro, para después petrificarse al ver los mandobles en mi cinto.  Sonreí con algo de malicia. No había nada que le cortase más el rollo a un hombre que una espada bien afilada.

-Buenas, ¿tienen una habitación libre y un hueco en los establos para una dama y un noble corcel?

El hombre me dedicó una sonrisa. Si, al hablar de negocios todos sonreian.

-Por supuesto, señorita. -Se dirigió a una pequeña sala tras la barra y salió con una llave pequeña con una cuerda atándola.- Serán 13 monedas de oro la noche y 3 otras tres por el establo.

-¡¿16 monedas?! -Exclamé alarmada. Saqué una pequeña bolsita y le pagué, de todas formas no debía ser mucho más caro que alguna otra posada, la situación geográfica alzaba mucho los precios. Tomé la llave que me tendía y me la eché en un bolsillo del cinturón- Espero que merezca la pena hospedarse aquí, posadero.

-Lo merece, se lo aseguro. Tenga en cuenta que le incluimos un desayuno y un plato caliente por la noche también.

Sacudí la mano en el aire como restando le importancia mientras salía. Tomé las riendas de mi negro caballo y lo guíe por una pequeña callejuela que había en un flanco del edificio, con una señal que indicaba la situación de los establos en la parte trasera del local. Se notaba que trataban con más turistas de vacaciones que con verdaderos viajeros. Llevé a Kiba a uno de los pequeños habitáculos vacíos de los establos y lo acomodé, rechazando educadamente la ayuda de un mozo que había allí cuidando las monturas de los huéspedes. Le pedí que le pusiera la comida y el agua mientras yo iba a la habitación. Entré por la puerta de atrás, que también llevaba a la estancia principal de la taberna, donde hombres y mujeres, y no demasiados viajeros de mi calaña, comían tranquilamente.
Subí unas escaleras hasta el piso superior,  busqué el número de habitación que indicaba la llave. Era un cuarto grande, impersonal, como todos, de cama grande de sabanas blancas, una mesita de noche, un escritorio un armario y una puerta que llevaría a un baño propio. Sonreí y salí, dejando la mochila y las cosas que no quería llevar encima bien guardadas. Asegurándome de cerrar bien la habitación, me marché de la posada.

Mis pies me guiaron por las calles hermosas y frescas del pueblo, hasta cruzarme nuevamente con aquel grupo de niño revoltosos, solo que esta vez la gente se apartaba y un hombre enorme enarbolando una espada le gritaba algo a un pequeño tigre que se encogía de terror. Caminé de forma acelerada para ver que injusticia se tramaba allí, mientras la sangre me ardía en las venas, sin entender como cualquier persona era capaz de gritarle así a un simple niño.

-¡¡Estúpido bichejo inmundo!!-Gritaba el hombre, gordo, barbudo y apestoso. Tenía pinta de ser uno de esos mercenarios que intentaban hacer los trabajos sucios de una forma burda y soez, con apenas existo y escasas recompensas, no como mis pulidos trabajos. - ¡Animal del infierno! ¡¡No deberías existir!! ¡¡Aberración de la naturaleza!! ¿¡Como has osado si quiera tocarme?!
 
El hombre alzó la espada y yo, a la vista de que nadie iba ha hacer nada por detener a aquel bellaco, comencé a aplaudir, como una distracción mientras calmaba mis pulsaciones. No iba a permitir aquello. Caminé hacia él, mirándole, mientras el me observaba a mi, cabreado y extrañado.

-Cuanta razón tenéis, señor. -Dije acercandome a él de forma sinuosa, como una serpiente ondulando sobre el agua. - Animales así no deberían exisitr entre nuestros hijos. ¡Sois una vergüenza!

Cuando el hombre ya sonreía desenvainé a Bloody Wrath y le puse el filo en el cuello. El hombre se quedó petrificado y no hizo ningún movimiento al ver que mi mano libre descansaba sobre la empuñadura del mandoble hermanado al que le hería la piel de la garganta.

-¡Animales como voz sois la peor escoria que puede haber nacido en este mundo!-Exclamé apretando el filo contra su cuello mientras retrocedía, asustado. Ese tipo de hombres solo era capaz de enfrentarse a los que eran más pequeños que él, y yo, aunque fuera más bajita, tenía más cojones que muchos hombres juntos.- ¡Debería mataros ahora mismo! ¡No merecéis ni el aire que respiráis! Amenazar a un niño simplemente por chocarse con vos mientras corría es de cobardes y canallas. Marcharos de aquí ahora mismo, o de lo contrario juro por la Diosa que no veréis el sol nuevamente.

Dejé que la amenaza flotase en el aire, interpuesta entre aquel hombre y el pequeño animal. Aquel enorme hombre temblando, echó a correr, soltando su espada y yo guardé la mía propia, aun con la sangre latiendo me con fuerza en las venas y la furia estrangulando mis sentidos. Respiré hondo y me giré. Miré al joven león y le dediqué la más dulces de mis sonrisas.

-Tranquilo- Susurré agachándome a su lado. El pequeño recobró su forma humana llorando desconsoladamente y le ofrecí mis brazos. Se abrazó a mi y le acaricié el pelo con ternura. -No pasa nada.-Murmuré evitando rememorar recuerdos. Aquella situación me dolía en alma por todas las cosas que me habían arrebatado, por no poder consolar a mi propio hijo entre mis brazos cuando había muerto.

-Gracias.- Murmuró el pequeño niño, antes de separarse de mi, porque al alzar la vista vi a una mujer pelirroja corriendo como una loca, con lágrimas, mientras se acercaba al niño. En cuanto lo vió comenzó a reñirle por sus travesuras y por no tener cuidado con la gente peligrosa, y en milesimas de segundo me dio las gracias. Hizo eso varias veces, lo de cambiar de conversación una y otra vez, antes de despedirse y marcharse. Me quedé allí plantada, con las lágrimas del infante en mi camisa, y la mente completamente confusa.
« Last Edit: March 16, 2011, 05:33:54 pm by Déteka » Report Spam   Logged

El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.

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Rydar
Laguz León
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« Reply #1 on: March 16, 2011, 06:14:34 pm »

Mi periplo continuaba, una vez más solo ante el camino, no tenía rumbo fijo, hacía ya varios meses desde que tuve el encontronazo con el clan de los Lionheart y no me había echo mucho mas fuerte que digamos. Echaba de menos a Leylianna, pero ya estaba resignado, si no obtenía la fuerza necesaria la perdería.

-”No me conviene pensar así, jeje, me estoy volviendo un “penas”, será por la falta de comida, en cuanto me harte de un buen plato de cerdo curado, lo veré todo de mejor humor,ggggrrr “cerdo curado”, hace ya dos tres días que no como, y todo por no haber nada que cazar en este maldito terreno.

Caminaba por un camino pedregoso que discurría cercano a la costa, el olor de la espuma del mar embriagaba mi mente, su sonido calmaba mis ánimos de forma balsámica pues estaba furioso, no sabía   hacia donde iba, había perdido el mapa en la última pelea que tuve, con unos desgraciados salteadores de caminos, intentaban degollar a una familia de Laguz perro, los muy desgraciados, los habían cazado  para luego transportarlos a tierra, matarlos y hacerlos pedacitos para vender su piel.

 Hay que ser un bellaco para intentar eso con los cachorrillos y sus padres, son los Laguz más fieles de este mundo. Así que hice lo único que podía hacer, transformarme en león y clavarle mis fauces en su quebradizo cuello, no duraron ni un suspiro, me los hubiera podido comer, pero ya había transgredido mi código de no matar a los Beorcs este día y nunca falto a mi código (a menos que sea una urgencia).

Tras limpiarme un poco la sangre de la boca con agua de mar, solté a la pobre familia:

-¿Como estáis hermanos de raza?, espero que esos desgraciados no os hicieran daño.

El que parecía el cabeza de familia se levantó y se acercó a mi, puso su hocico entre mis melenas y me olisqueó, tras ello, se sentó en sus cuartos traseros e hizo una leve reverencia con la cabeza.

Ante tal despliegue de cortesía  yo hice lo propio y también lo olisqueé, tras ello me tumbé en el suelo como seña para que podríamos conversar.

Esta forma de comunicarse  se asemejaría a un saludo, por cortesía, lo que los Beorcs llamarían “darse la mano”.

El perro con cara de agradecimiento dijo:

-Estamos perfectos león, gracias por  vuestra ayuda, Mi nombre es Draws, para servirte.

-No tenéis que darme las gracias querido Draws, los Laguz debemos ayudarnos mutuamente de estos pedazos de escoria que son los cazadores, entiende me bien, yo no tengo nada en contra de los Beorcs, siento simpatía por ellos de forma natural, pero no puedo pasar por alto semejante maldad hacía nuestra raza. Por cierto me llamo Rydar, a tu servicio.

-Creo que vuestra merced tiene razón maese Rydar, nosotros vivimos en una comunidad humana muy abierta,  y no hemos tenido problemas hasta ahora. Por cierto, ¿sabe vuestra merced donde estamos?

Amablemente tomé mi bolsa de viaje, saqué mi mapa y con una sonrisa lo abrí:

-Pues aquí tengo un mapa de Crimea señor Draws, por lo visto estamos en la zona costera al norte de la capital. Le mostré el mapa.

Estuvo observándolo un rato con cara de preocupación, al rato sobresaltado me dijo:

-!O no!, ¿hasta donde nos han traído estos malditos?, según este mapa estamos a cuatro días de nuestro pueblo y el sendero es bastante enrevesado, creo que nos perderemos sin ayuda....

Viendo la cara de desesperación no pude resistirme, los ayudaría, es lo mínimo que podía hacer tras haberlos salvado:

-No os preocupéis señor, tomad este mapa, a mí no me sirve para mucho, siempre voy sin rumbo, el destino me va guiando.

Es así como tras ayudar a esta familia, me marché prosiguiendo el camino hacia el norte, era verdad que dejaba al que el destino me guiara, pero un mapa tampoco venía nada mal.
En fin todo era para una buena acción.

Mientras pensaba esto me encontré a lo lejos la silueta de un pueblo, ya desde lejos olía la comida de las posadas, así que me transformé en humano y apreté el paso.

Tiempo después llegué al pueblo,era sencillo y muy hermoso, con las típicas casa bañadas en cal que hay en la costa.

Parecía  un pueblo de gente humilde, pero me sorprendió la gran cantidad de Laguz que paseaban tranquilamente por las calles sin sufrir el peso de las miradas extrañas o de los comentarios en baja voz, esto hizo que me volviera la sonrisa  aquí no tendría que temer si me transformaba.

-!Bien!--dije sonriendo.-!me hartaré de comer carne y luego a conversar con los aldeanos, seguro que al ser un pueblo de mar tiene muchas historias interesantes!.

Ya caminaba con paso contento disfrutando de  la brisa fresca del mar cuando escuché algo bastante desagradable:

-Estúpido bichejo inmundo,  ¡Animal del infierno! ¡¡No deberías existir!! ¡¡Aberración de la naturaleza!! ¿¡Como has osado si quiera tocarme?!.

Giré mi cabeza hacia el foco de la voz, un mercenario tan valentón  como cobarde, amenazaba con la espada a una pequeña cría de león.

La furia me poseyó, como se atreve ese mal nacido a amenazar a uno de mis hermanos de sangre, muy a mi pesar tendría que tomar cartas en el asunto.

Ya me acercaba al lugar cuando una bella muchacha de pelo rosado intervino.
Era de tamaño medio,hermosa,(para ser humana), tenía una curvas sugerentes y vestía de forma oscura.

Sutilmente, con unas palmadas de aplauso, distrajo la atención del mercenario tras ello, sensualmente se acercó al hombre y le dijo:

-Cuanta razón tenéis, señor, animales así no deberían existir entre nuestros hijos. ¡Sois una vergüenza!

Tras ello,el hombre comenzó a reír, yo estaba indignado, sentía como mi melena se comenzaba a erizar, ya por un momento pensaba hacerme unos pinchos de Beorcs cuando repentinamente la chica desenvainó su espada y amenazó al hombre, este, muerto de miedo salió corriendo hacia mí.

La muchacha tras haber enfrentado a aquel despojo con valentía hizo algo que conmovió mi corazón, tiernamente abrazó a la pequeña cría entre sus brazos, para darle cariño y tranquilizarla.

Me deleite un momento con la imagen, esto me dio esperanzas, demostraciones de amor como está me hacían creer que había un futuro para las dos razas.

Mientras pensaba esto, ese maldito mercenario ya estaba prácticamente al lado mía,sonreí maliciosamente, esta era mi oportunidad.

Me quedé quieto ante el hombre cortándole el paso y le dije:

-¿Así, ¿que te gusta amenazar leoncitos eh, cacho carne?, pues mira, yo si que soy un “animal del infierno”.

Tras esto me transformé, sobra decir que la cara del hombre pasó de color céreo a púrpura y es que ver a un majestuoso león de 1,60 a cinco centímetros de tu rostro haría que se hiciera de vientre al  más valiente.

-!Perrr....perr...done sir, no...,no...,no.... deseaba causar daño alguno, no me haga nada por...fffavor!


Con toda mi fuerza le lancé a un rugido ante su rostro, el hombre petrificado me miraba con un terror sobrenatural, no podía moverse del miedo que tenía.

Yo aproveché esta situación para delicadamente con mis fauces engancharlo de la camisa y lanzarlo todo lo lejos que pude.

El efecto de la caída hizo que el hombre recuperara la cordura, saliendo a toda prisa de la ciudad.

Mientras lo veía comencé a reírme, era una risa profunda, gutural,la gente se quedó mirándome aterrorizada, entonces me di cuenta de que quizás me había pasado un poco. Pero bueno así no se atreverían a maltratar de nuevo a los Laguz.

Tras ello en mi forma leónida, me dirigí a paso tranquilo hacia la señorita y la cría de león.

Con toda la majestuosidad que pude hice una reverencia ante la dama y le dije:

-Es un placer para la vista observar como una aguerrida Beorc defiende a un Laguz, no es algo común en estas fechas, tenéis mi agradecimiento eterno, si puedo hacer algo por vos, tened por seguro que haré lo que pueda.

Tras ello me acerqué al leoncíto y cariñosamente le di un par de lametones en la cara:

-Pequeño te has librado de una buena, la próxima vez tienes que ser más fuerte, porque puede que no haya nadie entonces para ayudarte.-dije con una sonrisa cariñosa.
« Last Edit: March 16, 2011, 06:16:06 pm by Rydar » Report Spam   Logged

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Déteka
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« Reply #2 on: March 16, 2011, 06:45:03 pm »

Escuché tropezones a mi espalda, garras arañando los adoquines de la calle. Los murmullos de la gente sonaban lejanos en mis oídos, demasiado inmersa en mi propia historia. Recordar como mi hijo jugaba a transformarse en un cachorro y mordisquear cualquier cosa había hecho temblar toda la frialdad, el valor y la fiereza que me habían poseído momentos antes. Eric... mi pequeño Eric.
 No había niño en el mundo que ante mis ojos pudiera parecer más hermoso. Mentalmente eché cuentas. Ahora mi hijo tendría 3 o 4 años. Ahora mi hijo podría tener amigos, podría vivir con la libertad que le arrebataron. Podría seguir respirando.

Un tatuaje en un hombre que paso junto a mi huyendo de algo enorme que debía estar  a mi espalda me hizo sentir una extraña sensación. Seguro que en aquel pueblo alguien se encargaría de marcar la piel de aquella forma ten hermosa y excepcional. La marca de mi hijo estaba guardada en mi memoria para siempre, ¿porque no también en mi piel?

Un rugido atronador llenó toda la calle y me giré, sobresaltada. A mis espaldas un enorme león se enseñaba con aquel gordo pestilente de barbas negras al que acaba de despachar yo. No le vendría mal un escarmiento por parte de unas buenas fauces. Por mi mente pasó la idea de que debería haberme marchado del pueblo al ver tanto Laguz. Me sentía demasiado cohibida allí, rodeada de personas y personas que me recordaban tantas cosas...

-Es un placer para la vista observar como una aguerrida Beorc defiende a un Laguz, no es algo común en estas fechas, tenéis mi agradecimiento eterno, si puedo hacer algo por vos, tened por seguro que haré lo que pueda.



Miré al león, que mientras volvía a pensar en mis cosas había avanzado hasta mi con aquel enorme cuerpo felino. El hermoso color del pelaje limpio brillaba bajo el sol intenso de la costa, y la melena más oscura danzaba con la suave brisa teñida de olor a sal. Pensé que era un animal grandioso, de aspecto fuerte y noble, pero que era demasiado para mi gusto. Kurtz llegó a mi mente como una bofetada. Pensé en pelo suave y largo entre mis dedos, el hocico húmedo y algo frió, aquella fuerza que dejaban ver sus movimientos más animales, y al mismo tiempo, la felicidad que vivimos en un tiempo pasado. Definitivamente los lobos eran unos animales más adecuados.

Sacudí la cabeza intentando reaccionar. Me estaban hablando, seguía en el presente, pero con los pensamientos completamente hundidos en el pasado, pero de una forma fría. Simplemente recordando detalles, nunca sentimientos.

-Nadie os asegura a vos que yo se Beorc.- Dije sin un tono muy definido en la voz. Podría pensar que era verdad, o que era mentira, no me pararía a aclarárselo. Aunque nadie lo escuchó, estaba segura de que muchos se habrían alarmado ante semejante comentario, pero en cambio, para mi los estigmatizados eran lo más hermoso del mundo. La muestra viviente de que el amor lo podía todo, hasta unir razas tan distintas para dar vida a hermosas criaturas.

Comencé a calle abajo. La calle ante tanta pelea había quedado desierta, a excepción del león.

- Si queréis hacer algo por mi como muestra de gratitud que no tendríais porque dar, simplemente volved a la forma humana, llamáis demasiado la atención, y por muy acostumbrado que este un Beorc a la presencia Laguz, no es tranquilizador un león gigantesco por las calles.
 Hice una pausa y alcé una mano, apremiándolo.Me dirigía a la playa, si deseáis seguirme. Pero retomad vuestra forma humana.

Aunque en parte mis palabras tenían razón, lo único que deseaba era dejar un poco de lado todo aquel pasado que me asaltaba una y otra vez, todo aquello que guardaba en mi interior sin dejar salir. Necesitaba que se quedase ahí enterrado, y un león de metro sesenta no ayudaba mucho.
« Last Edit: March 16, 2011, 06:47:06 pm by Déteka » Report Spam   Logged

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« Reply #3 on: March 16, 2011, 07:43:16 pm »

Tras darle los lametones al pequeño me dirigí hace la muchacha,

Me resultaba totalmente extraña, su mirada era algo distante, mas bien perdida, no entendía la razón, normalmente lo que mi forma animal causa en los Beorcs es desprecio o terror, que se quedara mirandome ensimismada era una nueva experiencia, no muy grata la verdad, pero diferente.
Parecía tan frágil en esos momentos, que me dio un poco de pena.

Con parsimonia, comencé a usar mis patas delanteras para mullir un poco el suelo, tras ello me tumbé,  tranquilamente y empecé a mover el rabo con ligereza, puse una cara divertida y mi mirada entró en contacto con la suya, esta chica era un enigma y a mí me encantan los enigmas.

-"¿Por que me mirará así? y lo más importante, ¿Qué habia sido de esa ternura que había visto hace un instante?"
 
Quizás fuera porque no había visto antes a un Laguz adulto, los leones somo bastante imponentes, ¿quién sabe lo que podría discurrir por aquella pequeña cabeza humana?, hay veces que no entiendo las emociones de los Beorcs, todavía tengo mucho que aprender.

Cada vez me encontraba más divertido, -"he encontrado a alguien interesante y fuera de lo común".

"!Y que bien me sentía!, me había desecho de mi mala leche, asustando a ese pobre diablo, ahora solo faltaba lo principal":

"!Si tan solo hubiera un poco de carne!".


En ese momento la chica comenzó a sacudir la cabeza, como si despertara de un sueño profundo, y me dijo:

-Nadie os asegura que yo soy Beorc- comentó con un tono de voz plano, como sin sentimiento alguno.

Ésto me divirtió aún mas, así que le dije riendo con una voz profunda y divertida:

-JA,JA,JA,JA, tienes razón pequeña, no se si lo eres, pero sinceramente me da exactamente lo mismo que seais, Beorc, Laguz, estigmatizado, árbol, piedra o roca, todos somos objetos puestos en la misma vasija, lo único que nos hace diferentes unos de otros son nuestras acciones y sentimientos, y tu hoy, has demostrado tener un gran corazón, con eso a mí me basta.

Repentinamente tras terminar de hablar la joven comenzó a dirigirse calle abajo, ésta estaba vacía y silenciosa, por lo visto mi actuación no había gustado mucho, pensé:

-"No saben apreciar el arte estos Beorcs, por un rugidito de nada se esconden como topos, no los entiendo, !pero si estaba claro que no iba a hacer daño a nadie!, ni siquiera al idiota del mercenario, si hubiera querido me ahora estaría en mi panza y no corriendo camino arriba como una lagartija".


La chica continuaba andando, de repente me dijo:

- Si queréis hacer algo por mi como muestra de gratitud que no tendríais porque dar, simplemente volved a la forma humana, llamáis demasiado la atención, y por muy acostumbrado que este un Beorc a la presencia Laguz, no es tranquilizador un león gigantesco por las calles.Me dirigía a la playa, si deseáis seguirme. Pero retomad vuestra forma humana.

Es cierto que llamaba un poquito la atención, pero tampoco era para tanto, eso era lo que no me gustaba, de las naciones Beorcs, yo soy un león y no me avergüenzo de ello.Le dije burlonamente :

-Yo os acepto tal cual sois, no cuchicheo ni me asusto cuando os veo, o me lío a mordiscos porque no oléis bien (mira que a veces no sois bastante apestosos),además no os obligo a poneros una máscara o a andar desnudos por la calle, y mira que muy sobradamente podría hacerlo. En cambio, vosotros no podéis aceptar como soy, no estoy hablando de ti, evidentemente eres un caso aparte y por cierto, además, me gusta tu olor-dije sonriente.

Era cierto, si hay algo que defina a una persona perfectamente es el olor y los Laguz somos expertos en captarlo.

Esta chica olía de maravilla, tanto que se ocurrió un pequeño cantar sobre ello:
 
"Sutilmente, ciruelas sangrientas,
salvajes,
germinan, en bosque primaveral,
!oh! estela que dejas pasar,
sutil camino rosado,  frutal,
tras silvestre dejas ocultar,
miel, aroma escondido,
pena de madre, hijo perdido"


Me estaba liando..., quedándome ensimismado con su fragancia, por lo que no conteste a su pregunta inmediatamente:

Lo cierto es que a la chica se lo debía, así que me transformé a mi forma humana, no me importaba cambiar, había aprendido a aceptarla tal y como era, pero no puedo negar que la sensación de no tener nada de pelo en el cuerpo era incomoda y fría.

A la chica le dije:

Ea, pues ya esta querida dama, su vuestra merced tiene a bien indicarme el camino, a la playa con gusto os seguiré.  
« Last Edit: March 16, 2011, 08:51:07 pm by Rydar » Report Spam   Logged

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« Reply #4 on: March 17, 2011, 04:30:45 am »

[FDR: Te recomiendo que no separes tanto frases tan cortas XDDD No dejes tanto espacio.


JA,JA,JA,JA, tienes razón pequeña, no se si lo eres, pero sinceramente me da exactamente lo mismo que seais, Beorc, Laguz, estigmatizado, árbol, piedra o roca, todos somos objetos puestos en la misma vasija, lo único que nos hace diferentes unos de otros son nuestras acciones y sentimientos, y tu hoy, has demostrado tener un gran corazón, con eso a mí me basta

Sonreí ligeramente. Las primeras impresiones en las personas eran muy fuertes, tanto como para equivocarse de forma rotunda. Un gran corazón... ¿realmente tiene un gran corazón una persona como yo? Alguien corrompido por el dolor, el odio, la sangre de tu propia familia en tus manos. Pensé con frialdad que no me arrepentía de aquello, de haberlos matados con mis manos, de dejar que ardiesen en llamas como había ardido mi hogar, pero tampoco estaba orgullosa de ellos. Sí, había disfrutado divisando el horror en sus ojos, como veían venir la muerte de alguien que creían haber matado, pero en cambio... era todo un caos vacío después. Al principio el dolor te ciega, el odio arrasa con tu alma y la venganza se te mete en la sangre y los huesos, convirtiéndose en el único motivo por el que vivir. Venganza... pero después de ella... no había nada. Solo un vacío tan inmenso y frío que solo tenía cabida el dolor en él.

-Yo os acepto tal cual sois, no cuchicheo ni me asusto cuando os veo, o me lío a mordiscos porque no oléis bien (mira que a veces no sois bastante apestosos),además no os obligo a poneros una máscara o a andar desnudos por la calle, y mira que muy sobradamente podría hacerlo. En cambio, vosotros no podéis aceptar como soy, no estoy hablando de ti, evidentemente eres un caso aparte y por cierto, además, me gusta tu olor

-Tenéis razón, vos me aceptáis tal y como soy, y yo os acepto con toda vuestra inmensidad felina, pero no me refería a mi, si por respeto al resto de personas que ven de una criatura gigante en las puertas de sus casas un peligro. -Me detuve y segundo y sonreí nuevamente. Nunca había reparado en como olería mi piel.- Gracias. Supongo que yo no tengo tanto atino para los olores.


Observé como se transformaba sin cambiar mi expresión en ningún momento, las gentes podían ver esos cambios corporales como algo grotesco, sin embargo para mi era algo tan natural como cambiarme de ropa. La costumbre del pasado, que aun pervivía en mi.
Observé al pelirrojo que se alzaba. Era más alto que yo, apuesto como humano. Aquella melena que parecía arder se derramaba por su espalda, con un volumen ligero que la hacía mantenerse en todas direcciones, como la de un león. Pensé en el negro cabello de Kurtz, que también tenía un aspecto parecido a lo que había sido en animal.

Ea, pues ya esta querida dama, su vuestra merced tiene a bien indicarme el camino, a la playa con gusto os seguiré.

-Como en todos los pueblos costeros, la playa estará hacía abajo.-Alcé mi mano dirigiéndola a él. - Déteka Lark-Me presenté son sencillez. - Te abría dado la mano antes, pero tus patas son bastante más grandes que mis manos.
« Last Edit: March 17, 2011, 09:43:05 am by Déteka » Report Spam   Logged

El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.
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« Reply #5 on: March 17, 2011, 11:33:18 am »

-Tenéis razón, vos me aceptáis tal y como soy, y yo os acepto con toda vuestra inmensidad felina, pero no me refería a mi, si por respeto al resto de personas que ven de una criatura gigante en las puertas de sus casas un peligro.

En fin puede que la chica tuviera razón, los Beorc todavía no estaban preparados para aceptar totalmente nuestra forma anima.
Mientas me transformaba, la chica, me observó, no aparentó sorprenderse o asustarse, lo que era verdaderamente extraño, siempre tengo que esconderme para cambiar de forma, ya que los Beorcs se asustan con mi conversión, ya no me fiaba de hacerlo en público, más de una vez han intentado, aprovecharse de mi debilidad mientras estoy en cambio de forma.

Cuando terminé, me estiré completamente,  siempre que cambio a forma humana, noto como si mis huesos se quedaran algo anquilosados, tras ello me sacudí como hacía en forma leonida para despertar mis músculos.
La joven se quedó mirando mi forma humana tranquilamente, dirigiendo su mirada especialmente a mi melena, la cual reconozco que es algo peculiar, pues es de color rojo intenso y se mantiene erizada.

Tras analizarme me dijo:

Como en todos los pueblos costeros, la playa estará hacía abajo.-Tras ello la chica alzó su mano hacia mí y se presentó - Déteka Lark, te abría dado la mano antes, pero tus patas son bastante más grandes que mis manos.

Esto me resultó divertido:

-Ciertamente, algo de razón tenéis, Déteka Lark.-dije con el rosto divertido y sonriente- para mí tampoco hubiera sido sencillo estrechar tu mano, no tenía dedos.-tras ello tomé su mano y se la estreché solemnemente- Rydar Lionheart, a vuestro servicio.
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« Reply #6 on: March 17, 2011, 04:13:18 pm »

Ciertamente, algo de razón tenéis, Déteka Lark, para mí tampoco hubiera sido sencillo estrechar tu mano, no tenía dedos. Rydar Lionheart, a vuestro servicio.

Apreté su mano, fuerte y robusta, entre mis dedos. No pude evitar soltar una carcajada sincera ante su comentario y alcé las manos, moviendo los pulgares mientras reía.

-Dedos prensiles, regalo de dioses.-Bromeé mientras echaba a caminar dándole la espalda, esperando que se acostumbrase a mi paso y me siguera. Escuchaba sus pasos a mi espalda, primero apresurados, y después más tranquilos. Lo vi a mi lado y sonreí ligeramente. Eran sonrisas educadas y sinceras, pero no eran las sonrisas que ¡regalaban las personas felices, esas sonrisas radiantes, capaces de conmover al más duro y alegrar al más triste. Solo eran sonrisas, un movimiento facial, que aunque indicase algo, el verdadero sentimiento que debían expresar no habitaba en mi interior.

Nuestros pasos volvieron a mezclarse con el gentío de las personas andando y los mercaderes vendiendo, solo que ahora otro tipo de barrio, de calles más anchas y puestos de pescad mayormente. A lo lejos en el horizonte se divisaba el mar inmenso, haciéndole ver al cielo que tenía un fin y la tierra un comienzo gigantesco, que se extendía hasta nuestros pies y más allá, imparable.
Los adoquines del suelo empezaron a dejar paso a la tierra, y la tierra empezó a fundirse con la arena. Alcé mi vista a aquel inmenso panorama de un azul tan intenso y brillante como mis ojos. La arena fina y clara se extendía donde alcanzaba la vista. El olor a salitre que había en el ambiente allí se había intensificado y el aire fresco acariciaba mi rostro y agitaba mis cabellos con fuerza. Me agaché y desaté los nudos de mis botas. Alcé los bajos del pantalón y dejé que mis pálidos pies se hundiesen en la arena, cálida y reconfortante. El sol acariciaba la piel de mi pecho y mis hombros, el rostro y la escasa piel de las piernas que quedaba a la vista. Cerré los ojos alzando un momento el rostro, empapándome de aquel sentimiento de libertad y de inmensidad.

-Hacía mucho que no veía el mar...-murmuré a nadie en concreto mientras volvía  a abrir los ojos. Eché a andar hacía la orilla, y cuando encontré un punto intermedio entre las casas que ocupaban la primera línea, y el mar, me dejé caer como una niña pequeña que hubiera ido ha hacer castillos. Miré como Rydar se acercaba y le dediqué una sonrisa, pero por fin una con algo de sentimiento.

-¿No te encanta esta sensación? -Le dije con los brazos abiertos. El sonido de las olas iba y venía con el capricho de las mareas, y me sentía contenta. El mar me recordaba cosas que era mejor olvidar, pero no lo hacía, porque eran tiempos mejores, y a pesar de todo, no quería seguir inmersa en los recuerdos, al menos no en mis vacaciones, aunque el pueblecito me lo ponía difícil.- La primera vez que vi el mar fue con alguien muy querido. Era ya mayorcita, pero fue una experiencia impresionante.

Conté sin poder evitar que mi voz sonase más tierna que de costumbre, pero tantos recuerdos me estaba trastocando hasta la personalidad.

-No pareces un marinero que digamos, a ti que te ha traído aquí Rydar? Si me permites tutearte, claro.
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« Reply #7 on: March 17, 2011, 07:36:51 pm »

A Déteka mi comentario sobre los dedos le hizo gracia, una carcajada fresca como la brisa marina, bañó el aire con su sonoridad, por fin parecía sentirse algo alegre:

-Dedos prensiles, regalo de dioses.- Tras ello le acerqué mi mano y la transformé parcialmente en forma de león, tras ello saqué mis garras y dije.

-Garras de león,broma de dioses, pobre de comprar limas.. -Dije sonriendo ampliamente

Tras ello prosiguió caminado algo repentinamente, yo en un par de zancadas la alcancé puse las manos tras mi cabeza y acomodé mi paso al suyo,entonces ella me miró y me sonrió amablemente. Yo la correspondí, era agradable poder estar con alguien que no te mirara con desprecio o que directamente cogiera una lanza e intentara clavártela en la garganta, además había algo que me gustaba de ella, era su silencio,aunque parecía estar teñido de nostalgia era respetuoso.

Caminábamos por la ciudad, cuan diferente era esta de mi tierra Gallia, tierra de bosques frondosos y tupidos, tierra de leones, de sueños perdidos.
En este pueblo las calles eran anchas y frescas,las casa altas, su arquitectura estaba  especialmente  diseñada  para dejar entrar el frescor de la marina pero no permitiría que un vendaval azotara la ciudad, a lo lejos se olía el mar, esa inmensidad azul, aroma a salitre y algas, que inudaba el resto de los olores, daban ganas de lanzarse y nadar sin más hasta cansarse.
de pronto el tacto de mis pies descalzos cambiaron, nunca llevo botas o zapatos (tampoco camiseta), no estoy acostumbrado, me hacen rozaduras, además no sentir el tacto de la tierra entre mis dedos me hace sentir vulnerable, ya de por sí, mis sentidos se reducían en mi forma humana, mi conexión con la naturaleza se embotaba, esta sensación aumentaba si me ponía algún tipo de calzado.

Comenzamos a caminar entre la arena fina de la playa, era una sensación nueva, los pequeños granos se entremetían en mis dedos y me hacían cosquillas.
En este instante Déteka se quitó sus botas y dejó mostrar sus pequeños pies,que se hundían en la arena, buscando calor. Parecía algo más animada, su belleza se veía realzada, pareciera que los rayos del Sol, destacaban especialmente en ella, sus cabellos rosados, sueltos, brillaban con inusitada rebeldía, su piel blanca reflejaba el sol, como un espejo que devuelve el calor del astro con su alma.

-Hacía mucho que no veía el mar....-Tras ello me dedicó una sonrisa cálida, sincera, prontamente se tumbó en la arena, disfrutándola como un niña pequeña, feliz de poder jugar en la playa, al observar esto, me tumbé junto a ella, yo también quería disfrutar de esa sensación.

Parecía nostálgica, no era de extrañar, el paisaje era muy hermoso, me sentía de forma parecida, hubiera deseado estar con Leylianna en estos momentos, creo le hubiera gustado esta sensación de paz,que nuestra madre naturaleza nos brindaba, ya la imaginaba, en su forma humana como yo, sus ojos azules,  como el mar que teníamos frente a nosotros, aquellos ojos en los que quedabas atrapado sin quererlo, cuán náufrago sin barco rogaba, desesperado,  que el mar, misericordioso, le perdonara y lo llevara a puerto.
Y sus labios..., carnosos, ligeramente húmedos,  lentamente me acercaría a ellos, nuestras miradas se encontrarían adentrándonos en nuestras almas, profundamente me perdería en ella.
Con la delicadeza de una pluma, acariciaría su cuello, mis dedos recorrerían suavemente toda su longitud, con un contacto sensual, semejante a la sensación de estar tocándolo tan sutilmente que  pareces no sentir nada, pero si lo haces, sientes una ligera caricia delicada, semejante a la brisa suave, una sensación de anhelo salvaje...
El camino que abría mis dedos, lo cerrarían  mis labios, suavemente, besarían su cuello, posándolos delicadamente, manteniéndolos sobre la piel hasta que el calor que desprendían se hacía insoportable al tacto, entonces ascendían cerrando un nuevo punto en el camino, hasta su barbilla.
Pausadamente, nuestros labios se acercarían,ligeramente abiertos, casi temerosos a un roce ligero, una caricia, un pequeño mordisco, un beso húmedo de sabor a sal y arena.

Me sentía profundamente solo en estos momentos, había pasado por mucho, mis heridas hacía ya tiempo que se habían curado, pero la herida del honor no cesaba de sangrar, la distancia y la nostalgia no hacían sino agrandarla más.
Como si de un símbolo se tratara, mi capa ondeó al viento, esparciendo el ligero olor a frambuesa, de mi amada, pareciera que estuviera allí conmigo, recordándome que no estaba solo y que me esperaba en casa.

-¿No te encanta esta sensación?.-Me dijo desde la arena, esa expresión me sobresaltó pues aunque imposible, coincidió justo cuando el aroma de mi amada llegó a mi mente, más no se refería a él sino a la paz que transmitía el mar. Allí estaba, tumbada con los brazos extendidos, cuan grácil diosa del mar que abraza la tranquilidad de la brisa del viento.-La primera vez que vi el mar fue con alguien muy querido. Era ya mayorcita, pero fue una experiencia impresionante.

Lo dijo con un tono ligero de pena, no podía comprenderla, no conocía su historia, pero por su forma de hablar sentí una conexión extraña, una especie de química, la sensación de que comprendería el sufrimiento.
Me recosté un poco más junto a ella  y me estiré completamente, si cerraba los ojos escuchaba el rugido del mar, si los abría el celeste del cielo iluminaba mis pupilas.

-No pareces un marinero que digamos, a ti que te ha traído aquí Rydar?.Si me permites tutearte, claro.

Me dieron ganas de reír, yo un "marinero", gracias a ella, mi pequeño recuerdo doloroso se hizo más soportable, lo que me hizo reaccionar, necesitaba algo con que distraerme para no pensar, hacer alguna locura divertida.

-Por supuesto que me puedes tutear Déteka, incluso puedes llamarme Ry si así te es más cómodo, para tu información no, no soy marinero, mi cometido es....!es un secreto!.- Le dije sacando la lengua y poniendo una sonrisa pícara.- !Hagamos un trato!, te lo cuento si te bañas conmigo.!Me encantaría darme un baño!,!hace tres días que no como!, !!!Tengo haaaambre!!.-Acercándome un poco mas a ella le dije en tono confidencial y burlón.- Incluso estoy pensando en volver al pueblo para hacerme un pincho con el mercenario, no tenía muy buena pinta la verdad, pero con un poco de especias, lo mismo tiene un pase.-Tras esto le dije con alegría.- !Vamos a darnos un chapuzón!, te espero en el agua, !nos vamos de pesca!. Jajajajaja.


Rápidamente me quité mi capa y mi faldón, dejándome solo puesto el taparrabo, el cual era un utensilio francamente molesto, no me preocupaba mostrar mis vergüenzas al aire, de hecho como león bien que lo llevaba todo al aire, pero pronto comprendí en mis viajes que no era lo más correcto en la sociedad Beorc, ir enseñándolo todo se consideraba algo pervertido. Y no quería que Déteka creyera que lo era.
A continuación, tumbado. dejé que el sol calentara mi cuerpo, los rayos del astro rey se adherían a mi pelo, el cual con el calor parecía haber cobrado vida, se asemejaba a una llama indómita y salvaje antigua como las montañas, estiré todos los músculos de mi cuerpo, me sentía algo cansado, pero no podía desaprovechar la ocasión de probar el mar.
Levanté mis piernas hasta mi pecho y luego desde mi posición tumbada, las impulsé hacia adelante, tomando un ligero impulso con la espalda, de una salto me puse de pie, de una forma tan ágil que solamente un felino sabría hacerla.

Loco por bañarme, corrí hacia la orilla, mientras reía comencé a hacer volteretas, mortales y acrobacias varias. Cuando mis pies tocaron el agua di un profundo salto, sumergiéndome limpiamente entre las aguas.
Mientras buceaba,éstas acariciaban mi piel relajando mis músculos de la fatiga del camino,las aguas estaban fantásticas, especialmente cristalinas, permitía abrir los ojos para observar el fondo coralino, exuberante de peces.

Ya me estaba quedando sin aire así que de una patada en el fondo ascendí a la superficie, cuando mi cabeza salio de agua, con mi forma humana, lancé un potente rugido de alegría, la pena, por el momento se había marchado, ahora era tiempo de disfrutar de la comida y la compañía de una nueva amiga.

-Déteka vamos, el agua está perfecta, !!!hay muchos peces!!!, !te echo una competición!, haber quien caza más .jajajaja.
« Last Edit: March 17, 2011, 08:31:42 pm by Rydar » Report Spam   Logged

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« Reply #8 on: March 18, 2011, 06:56:52 pm »

En aquel silencio roto por las olas suaves que iban y venían, no pude evitar evocar demasiados recuerdos. Con la arena resbalándose entre mis dedos mientras hacía pequeños montoncitos y los destruía tamborileando, recordé la puesta de sol aquella tarde junto a Kurtz, como insistió en hacer el amor entre las dunas, en como terminé cediendo. Aquel amor abrasador que había rebosado en mi corazón, y que ahora lo había dejado roto y seco en mi interior. No me arrepentía de amar, nunca lo haría, pero tampoco me permitiría volver a sentir algo tan intenso. Ahora el amor para mi solo era una perdida de tiempo. Nada sería capaz de llenar el vacío que habían dejado mi hijo y mi amado en mi alma, así que no había porque molestarse para sufrir más.

-Por supuesto que me puedes tutear Déteka, incluso puedes llamarme Ry si así te es más cómodo, para tu información no, no soy marinero, mi cometido es....!es un secreto!  !Hagamos un trato!, te lo cuento si te bañas conmigo.!Me encantaría darme un baño!,!hace tres días que no como!, !!!Tengo haaaambre!! !Vamos a darnos un chapuzón!, te espero en el agua, !nos vamos de pesca!. Jajajajaja.

Sus animadas palabras me sacaron de mis pensamientos y le miré, con el sol brillando tras su pelirroja melena. No pude evitar soltar una carcajada mientras negaba con la cabeza.  Me incorporé y al volver a mirarlo, ahora menos cegada por el sol, abrí mucho los ojos. Rydar se desnudaba como si estuviera solo en el mundo hasta quedar en un taparrabos, ciertamente ridículo. En ningún momento me sonrojé pero lo que no pude evitar fue las carcajadas. Me llevé la mano a la frente. Había llegado a olvidar la facilidad de los Laguz por deshacerse de todo lo que les alejara de su naturaleza, y entre esas cosas, se encontraba la ropa.

-¡Solo lo había preguntado por cortesía, León!-Exclamé, sentándome en la arena mientras el corría hacía la orilla.- Ademas, ¿con que quieres que me bañe? ¿Con la ropa interior?

-Déteka vamos, el agua está perfecta, !!!hay muchos peces!!!, !te echo una competición!, haber quien caza más .jajajaja.

Me levanté, con los ojos transformados en rendijas. Me llevé las manos a la espalda y tiré de las correas del corsé con fuerza. Lo desenganché frenéticamente y lo tiré al suelo, sin importarme que se llenara de arena. Mis pechos se libraron de aquella presión constante que los mantenía sujetos a mi cuerpo para que no me molestasen a la hora de desenvainar la espada, y ahora se veían de su tamaño real, y no algo más pequeños como hacía ver el corsé. Me desaté el el cinturón y dejé con mucho cuidadito mis mandobles en la arena, junto al resto de mis bártulos. Me deshice del pantalón,  quedando tan solo con una camisa blanca, grande, que estiré hacía abajo para que cubriese mis piernas ahora desnudas, a excepción por las bragas negras. A pesar de estar en bragas no tenia vergüenza, solo un adversario esperando en el agua a que lo aplaste en su "competición".

-¡ Espérame gato gordo!-Exclamé bromeando mientras echaba a correr sintiendo la arena contra mis pies, arañando suavemente la planta mientras me impulsaba. Al alcanzar la orilla, el agua fría del ma rme frenó bruscamente y entré con más cuidado hasta que el agua me cubrió las rodillas, una vez allí eché a correr, con los escalofríos recorriendo me de arriba a abajo, y me tiré de cabeza a la parte más honda. Al salir cogi una gran bocanada de aire, y me eché hacía atrás el pelo mojado de agua salda.

-¡¡Esta congelada!!-Exclamé temblando. Le miré enfurecida mientras el reía suavemente, con la roja melena por delante de los ojos. Yo observe la camisa pegada a mi cuerpo. -Pero esto es injusto, ¡tu vas con ventajas! ¿Como voy a nadar con estos dos flotadores aqui delante? -Exclamé señalándome los pechos. 
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« Reply #9 on: March 19, 2011, 06:06:00 am »

Mientras estaba divirtiéndome en el agua, parece que Déteka decidió ponerse cómoda para bañarse, con una camiseta blanca y las bragas negras se dispuso a lanzarse al agua:

-¡Esperarme gato gordo!-esto me hizo mucha gracia, ¿cómo se atrevía a llamarme gato gordo?, con mi cuerpo y mi supermelena pelirroja, eso no podía quedar así,me dispuse a vengarme. Con voz de falsamente ofendido crucé los brazos y le dije:

-!Gato gordo tu padre!, haber si me tengo que salir del agua y darte una azotaina, ¿es que no has visto mis cacho músculos y mi culito escultural?, jajajajaja.

Tras ello, Déteka dio un gran salto y al poco tiempo la tenía frente a mi:

-¡¡Esta congelada!,Pero esto es injusto, ¡tu vas con ventajas! ¿Como voy a nadar con estos dos flotadores aquí delante?.-Entonces se las señaló, como si fuera lo más natural del mundo.

En ese instante dirigiendo mi mirada hacia donde señalaban sus dedos, me fijé en sus pechos, !eran enormes!, nada sutilmente se marcaban bajo la camisa mojada, especialmente su pezones, enhiestos por el agua fría, abrí mucho los ojos, mis pupilas felinas se estrecharon y una expresión pervertida surgió de me cara:

-"La madre que la p...., pues no va y se señala esas cacho peras que tiene delante mía..., esta tía... !Pasa tres kilos de todo!. !Que soy Laguz pero no soy de piedra joder!, si estuviera en forma animal me importaría tres pepinos, pero en forma humana es diferente, joooder, piensa en Leylianna..., piensa en Leylianna...".-Entonces comencé a pensar en Leylianna entre los bosques frutales de Zarzi, con una sonrisa, esperando a su amado.

Desgraciadamente,como era de esperar, esa visión casta duró poco, prontamente el fondo boscoso dejó paso a un escenario marítimo similar al de la realidad, Leylianna ya estaba metida conmigo en el agua , pero a diferencia de Déteka, ella estaba desnuda y con la lívido bastante alta, me diría.- "Cariño y si..., lo hacemos como bestias salvajes en el mar..., te voy a dejar seco y eso antes de salir del agua."-(Va, lo reconozco..., así no lo abría dicho..., quizá hubiera sido algo incluso peor...,  pero es mi ensoñación pervertida, así que me lo imagino como me da la gana), por cierto hablando de imaginar:

-"!Mieerrdaaa, esto es peor aún!, deja de pensar en Leylianna..., de-ja-de-pen-sar-en-Ley-lia-nna".

Así que volví a observar a Déteka, (y no la los ojos precisamente...), mentiría si dijera que con semejante cuerpazo no me atraía, analicé mis sentimientos y descubrí era algo puramente físico y normal, me conocía, mi naturaleza es noble y solidaria, pero respecto a las mujeres era un auténtico salido, lo que no me convenía nada, dadas mis circunstancias amorosas..., por lo que decidí concentrarme, gracias a mi entrenamiento había aprendido a controlar a voluntad el instinto animal,siempre que lo consideraba oportuno..., por lo que sacudí mi cabeza para despejarme las ideas,cerré los ojos, respiré hondo tomé todas mis locas ideas pervertidas y comencé a sepultarlas bajo capas de concentración, mi cuerpo se relajó, (si también esa parte...), cuando noté que su influencia casi se había disipado abrí los ojos y volví a mirarla, ya solo sentía una ligero sentimiento de diversión hacia su comentario, ahora la cosa iba perfecta, pero esto no iba a quedar así, me vengaría de ella por habérmelo echo pasar más bien de la cuenta.
Con una sonrisa burlona y sacando la lengua le dije:

-Uuuuh,JAJAJAJA, !te fastidias!, yo no tengo culpa de que hayas nacido con dos portaaviones por tetas, además en todo caso son una ventaja para ti, !que me despistas con ellas joder!, así no se puede pescar tranquilo...-dije con cara falsamente enfurruñada y burlona.- Además yo tampoco estoy compitiendo al 100%, !este maldito taparrabos es un suplicio!, me aprieta que es cosa mala, y no me deja moverme bien, pero yo no voy señalándomelo-ahora si...-para mostrarlo ahí a todo el mundo y mira que me da igual ir en bolas, solo me lo he dejado puesto porque estás tu, por tener un poco de respeto por las costumbres Beorc.

-En fin como decía el gran sabio..."Déjate de royos Jerry"-(si no entiendes esta parrafada de frase, intenta pronunciarla en voz alta y rápidamente, a ver que pasa).-Vamos a pescar antes de que salga algo bueno de esta situación...

 

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« Reply #10 on: March 21, 2011, 04:06:52 pm »

!Gato gordo tu padre!, haber si me tengo que salir del agua y darte una azotaina, ¿es que no has visto mis cacho músculos y mi culito escultural?, jajajajaja.

La pequeña mención de mi padre hizo que todos mis músculos se tensaran y mi mente sufriera un agudo dolor que se paso en cuestión de segundos. Era una respuesta instantánea de puro rechazo ante cualquier mención al desgraciado que me dio la vida. Me sorprendía a mi misma todavía como el amor tan grande que había albergado hacia mi propio padre se transformó en un odio cien veces mayor en cuestión de segundos. Los segundos exactos que tardó mi hijo en ahogarse entre sus manos. Obvié el comentario y me forcé a sonreír.

-Lo siento pero no me voy fijando en los "musculitos" ni en los "culitos" de los tíos. -Dije en un claro tono burlesco.- Y menos en los que alardean de su trasero.

Mi pequeño comentario sobre mi delantera hizo que sus pupilas se estrechasen hasta ser casi imperceptibles. No pude evitar que en mi boca se dibujara una sonrisa torcida al ver aquella expresión en un rostro masculino que tantas veces había visto a lo largo de mi vida. Aquella mirada de ojos brillantes, labios ligeramente separados, y la mente en un lugar muy lejos, desnudando a una y mil mujeres en su imaginación. Los hombres eran todos iguales y caían siempre con lo mismo, un buen par de tetas.

Vi como respiraba hondo e intentaba alejar sus pensamientos del sexo. Pensé que tal vez a él le fuera algo más complicado, un Laguz acostumbrado a regirse por instintos. Nuevamente no pude evitar comprarlo con Kurtz, el cual siempre que tenía una pequeña visión de mi cuerpo en semejante estado me arrastraba a la cama, pero yo me dejaba llevar encantada. No sabía si con los leones sería distinto, pero por lo menos, con los lobos si eran unos instintos muy fuertes. Tal vez una vida llena de momentos intensos había hecho que mi personalidad desarrollase aquel lado impulsivo y salvaje que nunca atendía a razones y me traía más de un problema.

-Uuuuh,JAJAJAJA, !te fastidias!, yo no tengo culpa de que hayas nacido con dos portaaviones por tetas, además en todo caso son una ventaja para ti, !que me despistas con ellas joder!, así no se puede pescar tranquilo... .

"¿Que es un portaaviones?" Pensé un segundo, algo confusa, pero supuse que se refería a algo grande. Me eché a reír cuando exclamó lo de que "le despistaban"

-Si tu no puedes pescar porque las estas viendo, figúrate lo que tengo que hacer yo para manejar dos mandobles con esas dos por en medio.-Para remarcar la frase junté ligeramente los brazos, haciendo que los senos se apretasen y marcando aun más el canalillo.

Además yo tampoco estoy compitiendo al 100%, !este maldito taparrabos es un suplicio!, me aprieta que es cosa mala, y no me deja moverme bien, pero yo no voy señalándomelo. para mostrarlo ahí a todo el mundo y mira que me da igual ir en bolas, solo me lo he dejado puesto porque estás tu, por tener un poco de respeto por las costumbres Beorc

Solté una carcajada.
-¡Si te aprieta el taparrabos será porque algunas partes están mirando al cielo, chato!- Dije riéndome ni cortarme un pelo al hablar sobre sus partes nobles, al igual que el no se había avergonzado de hablar de mis pechos.- Si no estuvieras en el agua seguro que hablaría por si solito.

Me pasé las manos pro el pelo, echándolo hacia atrás mientras aun reía. Sentía el sabor salado del mar en la boca y las corrientes de agua acariciar mi cuerpo cuando me interponía con ellas. Los rayos del sol se colaban por las azulonas aguas dejándolas transparentes y de un hermoso azul a nuestro alrededor. Algunos pececillos pequeñitos nadaban en reducidos grupos entre nuestras piernas. Miré a Rydar, y aprovechando que estaba aún un tanto despistado, me impulsé y lo undí en el agua hasta el fondo, en una ahogadilla traicionera.
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« Reply #11 on: March 21, 2011, 05:25:45 pm »

Tras mis comentarios bastante bestias la verdad, me sorprendí como ella se lo tomaba a broma:

-Si tu no puedes pescar porque las estas viendo, figúrate lo que tengo que hacer yo para manejar dos mandobles con esas dos por en medio.-Tras ello apretó sus brazos entre sí, juntando los pechos, de forma que su canalillo destacó aún más.

Puse una sonrisa picarona, pero no babosa o pervertida, era una sonrisa sincera, ahora estaba completamente calmado, la concentración funcionaba a la perfección ya no sentía el impulso sexual hacia ella, al menos no mucho, pensé en la posible contestación ante ese despliegue de sensualidad y picardía, Déteka me caía muy bien, que fuera una persona tan directa era una cualidad encomiable.
Sin duda tendría que seguirle el juego, pero con más picardía por mi parte
Sonreí , por primera vez desde que estábamos en el agua la miré directamente a sus ojos azules intentando penetrar en ellos, ver como era, intentando captar su atención con mi mirada, quería hacerle ver que su aspecto físico no lo era todo, que quería conocerla, yo no soy como otros Laguz o Beorcs, a pesar de ser algo pervertido, quería conocer su historia.

Prosiguiendo con mi mirada puse cara de falso asombro y con una voz burlona le dije:

-Sin duda tienes unos pechos magníficos, eso hay que reconocerte lo, sobre todo si las juntas así, ya casi resaltan como si fueran dos grandes melones, ¿pero que te crees? no eres la única que sabe ser sexy.-A continuación con una sonrisa picarona hice el mismo gesto que ella con mis pechos- ¿Ves?, mira mis pechos,soy taaaan sexy...,-a continuación puse una cara sensual,le lancé un beso y luego puse gesto de escandalizado- Se que mis pechos  son  pequeños y musculosos, pero que quieres soy un hombre, no me pidas mucho más. Jajajajaja.

tras mis referencias a mis taparrabos me soltó:

-¡Si te aprieta el taparrabos será porque algunas partes están mirando al cielo, chato!, si no estuvieras en el agua seguro que hablaría por si solito.

El comentario hizo que me desternillara de risa, me lo había ganado a pulso, era un chica que sabe vengarse.

Mientras estaba despistado  pensando en la forma en la que le contestaría, ella con toda su gracilidad natural me hizo una ahogadilla.
La cosa me cogió por sorpresa, pero me dio tiempo a respirar, me lanzó con gran fuerza, tanta que llegué hasta el fondo, la observé desde bajo agua, su figura sensual desde esa posición se resaltaba aún mas de lo que se percibía en la superficie, pero eso no podía importarme menos ahora, quería venganza, a un gato no se le moja por sorpresa,Déteka había cometido un error, me había dado vía libre para que le ganara la competición.
Aprovechando el impulso que me dio pude observar un gran banco de peces que había alrededor nuestro, transformé mis manos en garras y las extendí las uñas a una largura superior a lo normal, parecía que en cada mano tuviera tres arpones, tras ello me impulsé en el fondo y me lancé contra el banco, había pescado a cuatro peces de una tacada.

Rápidamente les mordí la cabeza para rematarlos , luego los até a mi taparrabos, menos uno que a propósito me lo metí en la boca, la sangre ya había manchado el agua del mar por lo que desde la superficie no se veía nada, Déteka estaba indefensa, con sigilo me acerqué por debajo de ellas hasta que localicé su pequeño pié, transformé mis manos en humanas y comencé a hacerle cosquillas, tras un rato de martirio tiré de su pierna hacia mí y la hundí con todas mis fuerzas, cuando nos encontramos me puse a hacerle burlas y a mostrarle el pez que tenía en la boca. Mi venganza estaba echa.
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« Reply #12 on: March 21, 2011, 06:33:38 pm »

Sin duda tienes unos pechos magníficos, eso hay que reconocerte lo, sobre todo si las juntas así, ya casi resaltan como si fueran dos grandes melones, ¿pero que te crees? no eres la única que sabe ser sexy.  ¿Ves?, mira mis pechos,soy taaaan sexy... Se que mis pechos  son  pequeños y musculosos, pero que quieres soy un hombre, no me pidas mucho más. Jajajajaja.

-Por la diosa...-Fue lo único que alcancé a murmurar mientras veía un espectáculo más bien desalentador, y nada sexy. Había preferido que se sobara los músculos del brazo o el culo a que juntara aquellos "pechos" de hombre, planos y musculosos, que apenas llegaban a juntarse por mucho que Rydar insistiera en juntarlos.- Tu tampoco sabes ser sexy Rydar,  acéptalo.-Dije antes de lanzarme sobre él.

Mis dedos se escurrieron entre sus húmedos cabellos mientras lo hundía hacía abajo. Escuché como tomaba aire mientras su rostro se hundía bajo la claridad de las aguas limpias. No me dí cuenta de cuanto lo había hundido hasta que lo solté, y al mirarlo desde arriba, su pelo rojizo ondulaba a su alrededor mientras el abría los ojos y alzaba la vista hacía mi, pero supongo que la superficie del agua emborronaría los rasgos de mi rostro, aunque mi cuerpo estuviera perfectamente visible para sus ojos felinos debajo del agua marina.

Al ver que no salía metí la cabeza debajo del agua y abrí los ojos. El golpe salado hizo que la retina se resintiera y me provocase un dolor seco a pesar de estar bajo el agua, pero al ser clara pude ver perfectamente como sus manos se transformaban en unas garras felinas con uñas retráctiles que debían estar afiladas como agujas, por como ensartó cuatro peces de un tirón.

La urgencia por el oxígeno hacía arder mis pulmones, obligándome a sacar la cabeza a la superficie. Respiré aire pero en aquel momento sentí una mano aferrándose a mi pie, y unos juguetones dedos acariciando la planta, provocando unas cosquillas que me hicieron soltar todo el aire acumulado a base de carcajadas. No llegue a ver lo que hacía porque el agua a mi alrededor estaba manchada de sangre acuosa, que se difuminaba cada vez que yo pataleaba entre risas intentando liberarme, hasta que de un golpe, me hundí en aquella marea rojiza que olía  a salitre y a pescado. Cerré los ojos con fuerza hasta abrirlos en el fondo limpio.

La sangre flotaba a nuestro alrededor de una forma extraña, como si fueran nubes rojas que se movían como plumas empujadas por el viento, solo que debajo del mar lo único que podía empujarlas eran las mareas o los peces. Entre aquellas nubes escarlatas se diferenciaba el rojo cabello de Rydar, y cuando reparé en él observé como hacía tonterías con un pez muerto en la boca. Moví los brazos impulsándome hacía arriba, y cuando subí, tras coger aire, le hundí en indice entre las costillas.

-Rydar, ¿no te han enseñado que no se juega con la comida?.
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« Reply #13 on: March 21, 2011, 08:20:47 pm »

Parece que mi actuación con el pez en la boca no le gusta pues en cuanto salgo a la superficie me hinca todo el dedo entre las costillas, ahí donde duele, me hace un poco de daño, y me dice:

-Rydar, ¿no te han enseñado que no se juega con la comida?.- El comentario no me gustó mucho, pero me lo tomé en broma, nadie se podría enfadar con semejante preciosidad. Tras ello tomé su mano y la aparté con delicadeza, cuando nuestras manos entraron en contacto noté algo sorprendido que a pesar de ser guerrera su mano era muy suave pero increiblemente fuerte.
Me quité el pez de la boca y lo sostuve con la mano luego me limpié un poco la sangre con agua de mar para que no pareciera tan horripilante y le dije, con voz burlona.

-!Pues claro que no me lo han dicho!, pertenezco a la tribu felina, !Nos encanta jugar con la comida!, pero si te resulta violento o asqueroso pues nada me limpio un poco y me contendré delante tuya y de otros humanos, no quiero importunaros demasiado.
Verdaderamente cuanto más tiempo paso entre vosotros os entiendo menos a los Beorcs, os da asco que juegue un poquito con la comida pero luego no tienen reparos en matarse entre si por dinero o torturar a gente inocente por pura maldad, asistís a las ejecuciones públicas por el solo echo de divertiros ante el espetáculo del cruel asesinato de un humano, por Ashunera, !si hasta os lleváis comida!.
 Jugáis con vuestras propias vidas para vengaros, beneficiaros o simplemente divertirse con el dolor ajeno. Si lo piensas hacéis exactamente los mismo que hago yo con este pez yo pero por motivos menos morales.


-Entiéndeme-dije con un tono amable y conciliador- no os estoy juzgando por ello, ni tampoco creo que seáis mejores o peores que nosotros, al revés lo acepto como tal y no me parece mal, vuestras costumbres, historias y vidas son diferentes a la nuestras, por lo que vuestros motivos también lo son. Aprender a convivir con los demás solo se trata de aceptar como somos realmente, sin prejuicios.

Tras ello la miré a los ojos con confianza y le sonreí amablemente, quería que supiera como me sentía, pero que no estaba enfadado con ella, al revés, hacía ya algún tiempo que estas ideas me rondaban por la cabeza, pero no había tenido oportunidad de hablarlo con nadie normalmente por desconfianza, que lo intentara expresar ante ella era una muestra del aprecio que le tenia a pesar del poco tiempo que nos conocíamos.

Espero a ver que tal reacciona, se que a veces los leones somos algo difíciles y cabezones, pues somos una raza que no abunda y que a pesar de nuestras buenas relaciones con los humanos, tenemos un cierto hermetismo respecto a nuestras costumbres, por lo que no nos conocen, somos en cierto modo, más salvajes que ellos, pero nuestro motivos son menos retorcidos, están puramente unidos a razones de supervivencia, o instintos ancestrales transmitidos de generación en generación, como el caso de la comida.
Quería hacerla entender que jugar con la comida para mí no era algo asqueroso y que tendría que aceptarlo como tal, igual que a cambio yo aceptaría sin reparos sus posibles defectos a mis ojos, siempre que ella los considerada correctos para si misma. Así se hacía con los compañeros y se llega a respetar a la gente.

Con mucha delicadeza me acerqué nadando hasta a la orilla, dejando a Déteka con sus pensamientos, tras salir del agua me dirigí hacia donde estaba la ropa, puse los peces sobre mi capa y los envolví para que los pájaros no se comieran mi presa, con estos cuatro peces podría saciar un poco el estómago. Al menos hasta la cena, así que tras guardarlos en mi capa me puse a cuatro patas y comencé a sacudirme, como hacía en forma de león para quitarme el agua, cuando estube lo suficiente mente seco le grité burlonamente a Déteka.

-!Yo tengo cuatro peces y tu ninguno!, de momento he ganado, yo por mi parte tengo suficiente comida para llenar el estómago, me retiro, si quieres compartimos el pescado, si no, puedes pescar unos pocos  mas e intentar ganarme, después tráelos que haremos una buena merienda.No te preocupes no me los comeré crudos, haré una fogata-dije guiñándole y sonriendo.

Tras ello me puse a buscar ramitas por los alrededores de la playa, normalmente el mar suele traer palos o algas a la orilla que tras pasar el día y bajar la marea están lo suficientemente secos para hacer una hoguera, no muy duradera porque para eso se necesitan troncos de mayor tamaño, pero al menos servirían para asar el pescado.

La playa estaba extrañamente hermosa, ya habíamos pasado el ecuador del día y el sol ya comenzaba su camino de regreso a casa, el cielo azulado, sin  nubes a la vista, no hacía si no mejorar la sensación de tranquilidad espiritual que proyectaba la visión del mar y el ruido de las olas, en el agua se escuchaban los chapoteos de la complicada y sensual Déteka, que se dejaba mecer por las olas en un intento de descansar sus músculos del ejercicio de mantenerse a flote. Su cuerpo no era más que otro pequeña vida, una pequeña rama en la inmensidad del mar, en el fondo, las personas somos iguales, gente solitaria, rodeadas y a la deriva en un mar de vidas que están condenadas a no compartirse. Tenía razón el gran poeta, "las vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir". Para el mar todos somos iguales, como la muerte, nos mecemos al son de su oleaje , sin poder escapar. Solo aquellas pequeñas conexiones, las relaciones entre nuestros congéneres son las que nos salvan de una vida sin sentido.Si fuéramos capaces de convivir sin intentar matarnos unos a otros nuestra vida sería mas feliz.

Cuando junté un buen montón de madera suficientemente seca y algas, las apilé y formé un pequeño montoncito, tras ello, tomé mi bolsa de viaje y saqué un poco de pedernal, posteriormente transformé mis uñas en garras y con una de ellas rocé el pedernal hasta conseguir sacar chispas, éstas encendieron la hoguera, que rápidamente comenzó a crepitar.
Las llamas se reflejaban en mis cabellos como si fueran hermanos gemelos, el hogareño olor a madera quemada y humo comenzó a llenar el lugar, ya su calor terminaba de secar mi mojada piel, cuando decidí comenzar a asar el pescado.

Afilé con mis uñas cuatro pequeños palos, algo curvos y luego los clavé en el pescado, quedaron bastante bien así que los puse junto al fuego para cocinarlos.

Aunque no era un gran festín olía de maravilla, el pescado estaba muy fresco y para mí que no había comido en varios días esto me supo a gloria, ya casi terminaba de asarlo cuando avisé a Déteka, muy contento.

-!Eiiiiii!, ya está listo el pescado, !a zampar!.

« Last Edit: March 22, 2011, 03:14:28 am by Rydar » Report Spam   Logged

              -Ficha-
Déteka
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Cadete
**
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« Reply #14 on: March 23, 2011, 05:35:53 pm »

En aquel momento no esperaba sentir ningún tipo de contacto físico que no implicase sumergir al contrario, y el roce de su mano provocó un pequeño espasmo en mi columna. El contacto físico con el resto del mundo se había limitado a matar, golpear, y un apretón de manos cuando fuera necesario. Nada más, ni nada menos. Y aquel gesto me cogió desprevenida, pero dejé que guiase mis dedos, sorprendiéndome ante la textura de su piel. Era una mano grande y fuerte, pero que tomaba mis dedos con la más tierna delicadeza que se pudiera mostrar.

-!Pues claro que no me lo han dicho!, pertenezco a la tribu felina, !Nos encanta jugar con la comida!, pero si te resulta violento o asqueroso pues nada me limpio un poco y me contendré delante tuya y de otros humanos, no quiero importunaros demasiado.
Verdaderamente cuanto más tiempo paso entre vosotros os entiendo menos a los Beorcs, os da asco que juegue un poquito con la comida pero luego no tienen reparos en matarse entre si por dinero o torturar a gente inocente por pura maldad, asistís a las ejecuciones públicas por el solo echo de divertiros ante el espetáculo del cruel asesinato de un humano, por Ashunera, !si hasta os lleváis comida!.
 Jugáis con vuestras propias vidas para vengaros, beneficiaros o simplemente divertirse con el dolor ajeno. Si lo piensas hacéis exactamente los mismo que hago yo con este pez yo pero por motivos menos morales.


El principio del discurso iba bien, tenía que reconocer que comencé a buscar una frase lo suficientemente bravucona para sorprenderle, pero la continuación de sus palabras.... Aquello fue una bofetada en la cara con una mano ardiendo en llamas, que me dejó sin aire en los pulmones y crispó mis manos sin ser yo consciente de ello. Todo lo que había hecho paso por mi cabeza, toda la sangre de la que mis manos se había manchado, pero... ante todo aquello, la primera sangre con la que me mancillé. Sangre de mi sangre. La sangre que me dio la vida. Yo la había erradicado. Había tardado mucho en tiempo en comprender que aquello era lo único a lo que podía haber vuelto, pero... ¿como iba ha hacerlo? ¿Como podría haber vuelto a los brazos del que destruyó todo mi mundo?
Mis sentimientos eran una mezcla horrible, tan horrible que el sabor a sal había dado paso a un sabor amargo creado por mi propio odio. Odio hacia el mundo, hacia mi hermana, hacia mi padre. Sentía tanto odio que agradecí estar en agua helada, porque podría haberme subido la fiebre.

Lo peor de todo aquello era  que Rydar tenía razón. Y yo no era diferente, es más, era igual que mi propio padre, lo cual me daba asco. Yo, yo misma, la que se había jurado tantas cosas, la que había llorado hasta tener la garganta seca y los ojos doloridos, yo era eso. Un ser horrible, una asesina, una Beorc más. Y nada ni nadie serían capaces de reparar todos los horrores que poblaban mi pasado y mi presente, ni todos los horrores que había hecho yo. 

Entiéndeme, no os estoy juzgando por ello, ni tampoco creo que seáis mejores o peores que nosotros, al revés lo acepto como tal y no me parece mal, vuestras costumbres, historias y vidas son diferentes a la nuestras, por lo que vuestros motivos también lo son. Aprender a convivir con los demás solo se trata de aceptar como somos realmente, sin prejuicios.

Ni si quiera llegué a escuchar aquella parte de su conversación. Estaba demasiado inmersa en recuerdos, llenos de sangre y de muerte, de dolor. Mi vida era el perfecto drama lacrimogeno, y si hubiera tenido un final feliz podría haber hecho una obra bonita novela y ponerme a venderla. Habría sido rica. Pero estábamos en la vida real y los finales felices no existían. Ni ellos, ni el amor. Pensé en el amor. ¿Cuanto tiempo hacía que no abrazaba a nadie? ¿Cuanto tiempo hacía que mi corazón se había vuelto de frío hielo, y no había cabida para aquellos sentimientos?

Aunque bueno... para lo que servían. El amor sol traía consigo odio cuando es una traición, dolor cuando es una perdida. Y el amor... un sentimiento que debía ser hermoso, feliz, un sentimiento que había olvidado como vivir, se había convertido en el odio más fuerte y fiero que había sentido nunca. El amor no servía para más que para destrozar a todo aquel que lo sentía.
Mi mente seguía divagando sola. A pesar de toda la repulsión que sentía hacía el amor, en lo más hondo había una pequeña duda que me carcomía el alma. ¿Llegaría a vivir sin arrepentirme de todo? ¿Llegaría a dejar atrás todo el odio ya  volver a sentir la parte maravillosa de todo aquello que ahora daba por falso y estúpido? ¿Realmente llegaría a dejar el dolor en el pasado y seguiría viviendo mi vida, o estaría anclada en aquellos sentimientos eternamente?

-!Yo tengo cuatro peces y tu ninguno!, de momento he ganado, yo por mi parte tengo suficiente comida para llenar el estómago, me retiro, si quieres compartimos el pescado, si no, puedes pescar unos pocos  mas e intentar ganarme, después tráelos que haremos una buena merienda.No te preocupes no me los comeré crudos, haré una fogata

Aquella voz ciertamente familiar me sonó tan lejana que me devolvió al presente y a la realidad. Mis ojos se deslizaron por la suave superficie del mar hasta dar con la figura pelirroja sacudiéndose como un perro recién salido de un río. Aquella visión no me ayudo en nada. Recordé a Kurtz cuando llovía y se iba a pasar la noche en el  bosque, dejando que su parte animal se desfogase. Sus aullidos resonaron en mis oídos y dos lastimeras lágrimas nacieron en mis ojos. Cuanto amor había sentido, y ahora cuanto odio...

- Ku...-comencé a hablar pero entonces me di cuenta de que me estaba equivocando de nombre, y que no era la primera vez que me pasaba, aunque hacía mucho tiempo que no vivía mis sentimientos con tanta intensidad.- Rydar...-comencé lentamente.- No me importa, no sé pescar, pero en cambio sé cazar como nadie. Así que has ganado.

Después de aquellas palabras me quedé flotando un rato en el agua, con las olas meciendo mi cuerpo con la marea, el agua lamia mi piel y movía mis cabellos de una forma antinatural, como si flotasen a mi alrededor. Intenté despejar mi mente de todo aquello que iba y venia, que confundía el pasado y el presente de forma aterradora. Estaba mareada y asustada por tantos recuerdos a la vez pero conseguí centrar mi mente. Veía por el rabillo del ojo al hombre pelirrojo que iba a venia incansablemente ocupado con sus quehaceres. Ahora recordaba porque odiaba no tener trabajo. Con la mente desocupada, lo único que me quedaba era pensar. Y siempre que pensaba, lo único que era capaz de ver era las atrocidades de las que era culpable.

-!Eiiiiii!, ya está listo el pescado, !a zampar!.

Cuando vi el fuego estallar en la playa me enderecé en el agua y comencé a caminar hacía la orilla. Un poco de calor le vendrían bien a mis músculos, fríos y endurecidos por el agua, algo entumecidos. El hecho de moverlos ayudó un poco a sentirme mejor físicamente.
Salí del mar chorreando agua por todo el cuerpo, mientras los pequeños riachuelos de agua salada recorrían mi cuerpo, descendiendo por mi vientre y mis piernas hasta volver al mar. La camisa blanca se me pegaba a la piel de los brazos y la barriga, y como no, a los pechos, pero eso era algo bastante usual. Mis pies se hundieron en la arena, que se pegaba a la planta y entre los dedos con la humedad del agua. Al llegar a la hoguerita el calor me dio de lleno y lo agradecí. Cerré los ojos mientras recogía mi pelo tranquilamente en una larga trenza. El olor del pescado asado era realmente bueno, pero yo no tenía hambre. Estar tan nostálgica siempre me dejaba físicamente muy cansada. Era una sensación horrible.

Miré como Rydar comenzaba a devorar uno de los pescados con hambre atroz, pero debía suponer que después de tres días sin comer, se habría comido con la misma energía hasta la arena de la playa si hubiera sido comestible. Alcé la vista hacía el cielo, donde las nubes se movían lentamente sobre nosotros, testigos de todo el mundo sin voz ni voto.

-¿Que opinas del amor, Rydar?-Pregunté sin pensar siquiera en lo que estaba diciendo.
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El viento no podrá llevarse tu nombre, ni el fuego quemar tus recuerdos, por que cuando cierro los ojos, aún puedo oír tu voz.
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